Capítulo nueve: Allí vamos de nuevo.

159 12 3
                                    

El deseo de venganza es innato, lo he leído en algún sitio. Reaccionamos ante el deseo de hacer un poco de justicia por el daño causado, pero no va más allá de un ataque por cada herida. Sin embargo es cierto que el concepto de justicia depende de cada uno. Y en ésta circunstancia no estoy muy segura si Rose está ejecutando una venganza contra mí con el fin de saldar viejas cuentas.

Doy por finalizada la conversación, y subo hacia mi cuarto a buscar mis cosas para la universidad. Camino por el estrecho pasillo que conduce hacia mi dormitorio, pálido como las mañanas que me acompañan diariamente. Está decorado con fotos que fuimos recolectando a través del tiempo, pequeños recortes de revistas o incluso de telas que le añaden color a la monotonía. Aún no consigo comprender como esos porta retratos sobreviven a las mudanzas año tras año, y continúan casi sin signos de envejecimiento.

Al abrir la puerta, me encuentro con Jay recostado en mi cama, observando el cielorraso. No lo había visto ni oído entrar. Parecía sereno, como si nada pudiese alterarlo. Tenía las manos sobre el pecho y jugaba con un pequeño papel.

Me dirijo hacia él, lo que ocasiona que levante la mirada hacia mí, me analice de pies a cabeza y vuelva a focalizarse en su previo lugar de atención. Sonríe.

-          ¿Por qué cuando los humanos se enamoran tienden a hacer cosas estúpidas, Demetria? – Cuestiona. 

Me quedo en silencio para luego esbozar una sonrisa. Creo que mi hermano cayó bajo los hechizos de Sophia, una mortal capaz de sacarlo de su seriedad, pero si estoy en lo cierto, esto podría llegar a ser un grave problema.

-          Supongo que será su forma de amar. – Replico. – Su forma de demostrar amor.

-          ¿Mediante acciones insensatas? –

-          Eso creo.

Parece reflexionar durante un momento para luego hacer una mueca y sentarse en la cama. Durante éstos segundos, me di cuenta que Jay nunca había querido a nadie demasiado a excepción de nuestros padres y yo. 

-          Interesante… - Dice, a la par que se pone de pie y me mira. – Eso quiere decir que debo comportarme como un idiota para enamorar a alguien.

Era poco creíble que Jay estuviera permitiéndose querer o interesarse en alguien. Nunca había visto sus ojos brillar al observar o mencionar a una persona, no quiere apegarse demasiado a la gente. Y en cierta forma, lo entiendo. No es fácil querer a alguien para un año o dos después, abandonarlo y no saber nunca más nada sobre su paradero, como si nunca nada hubiera existido. Lo sé, porque me ha pasado, y también a él. Hace unos años existió una mujer que amaba a mi hermano de formas que ni yo podía comprender, y como a todos, tuvimos que olvidarla. Jay no había casi hablado por un año, ni había hecho amigos en nuestra nueva ciudad. Quizá sea por eso que desde entonces pienso que tiene miedo a sentir “sensaciones humanas”. Aunque va más allá de mi entendimiento como una criatura tan fuerte pueda ser tan débil frente a un sentimiento.

Prefiero no decir nada ante su última contestación, pero definitivamente me interesa saber quién es su enamorada.  Temo que si mis sospechas son ciertas, Sophia podría correr cierto peligro.

Y aquí es dónde me vuelvo a encontrar en una encrucijada. Podría dejar a Jay soltarse y permitirse querer a una persona, o bien advertir a Sophia sobre nuestra pequeña gran condición lobuna y quizás salvar una vida. O podría dejar que todo fluya.

Mi hermano esboza una sonrisa y deja la habitación en busca de un poco de paz interior. Quizá incluso está recapacitando en si confesarme todo esto de una manera indirecta fue una decisión acertada.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 28, 2013 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Darkness.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora