Capítulo 12

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Abby:

¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! Esto no puede estar pasando. Las sombras me tienen rodeada y Rina acaba de desaparecer por un portal con ese asqueroso pervertido. ¡Maldita sea, Abby! ¡Concéntrate! Ahora que el portal se ha cerrado, las sombras se vuelven inquietas, los extraños murmullos que producen, aumentan en intensidad, es un sonido bajo y amenazante que irrita mis nervios. Muy pronto se lanzarán en un ataque en masa. Ellas se alimentan del dolor, del miedo. Según tengo entendido, los oscuros pueden ejercer un control sobre ellas que limita sus apetitos y acciones, ahora que Kurapika ha desaparecido, son libres nuevamente. En cuanto los restos de la magia vinculante desaparezca, se volverán una masa furibunda.

La preocupación por Sorina, el miedo que me inspiran las sombras, y el terror que siento ante la perspectiva de volver al palacio de hielo, despiertan mis poderes largamente dormidos. Por primera vez en casi cien años, mi magia me envuelve con la misma fuerza e intensidad que antes del corte de alas, y sin darme cuenta, he cambiado completamente. Antes conseguía un cambio a medias, quizá el tono de piel, algo en los ojos, ahora no. Ahora soy completamente Laynda, segunda hija de la reina Cardania, y quinta de mi linaje.

Me disuelvo en luz en el mismo momento que las sombras se lanzan a por mí. Manejar mi cuerpo en ese estado no es sencillo, soy, literalmente, miles de haces de luz desperdigados por doquier. Me muevo de un lado a otro y consigo ensartar a cuatro o cinco sombras. Se desparecen en una nube de humo oscuro, sin embargo hay más, muchas más. Soy golpeada por un pulso de magia que me obliga a retomar mi verdadera forma, una de las sombras se alza sobre mí, y atraviesa mi pecho con una de sus manos.

El dolor es instantáneo y atroz. Las criaturas son insustanciales, así que no me hacen un daño físico real, es peor, porque lo que atacan es mi centro mismo, mi magia, mi alma. Frío, violento y consumidor se esparce por todo mí ser. El brillo solar empieza a titilar en mi cuerpo, mi aliento sale en vahos entrecortados, poco a poco, la esperanza de triunfo, la alegría de la vida, todos los buenos sentimientos que alguna vez había experimentado, me van siendo robados, en su lugar, el miedo, la tristeza, la desesperación se envuelven en torno mío. Todo lo que puedo pensar es que la batalla está perdida, Sorina está muerta, no hay manera que haya sobrevivido. La conozco suficiente como para saber que acabará con su vida antes que permitir que la lleven de regreso a la corte oscura. Ella terminó con su existencia y me dejó aquí abandonada.

Otra sombra, otra, y otra más se ciernen sobre mí y empiezan a alimentarse. Mi pánico se dispara, voy a morir, aquí, ahora. Mi luz se apagará para siempre...

Linder:

Mi vuelo es errático. Apenas consigo la suficiente concentración para mantenerme en el aire. Una pesantez se ha ido adueñando de mi cuerpo, y tengo que hacer verdaderos prodigios para recordarme, que yo no soy el enfermo, solo estoy sintiendo a alguien más, por otra parte, mi preocupación por Laynda tampoco ayuda. De vez en cuando arriesgo una mirada a Lexen, está desesperado, tanto como yo. No podemos permitirnos perderla de nuevo, y tengo la absoluta convicción, que ella tampoco lo soportaría. No hay opción de fallo. Estoy a punto de preguntarle por enésima vez a Kai, cuando nos hace una seña. Ha captado el rastro de Lay. Alivio recorre todo mi cuerpo, y redoblo mis esfuerzos, tengo que llegar hasta mi hermana.

Momentos después nos detenemos en un callejón. El rastro de magia desborda el lugar, y está completamente infestado de sombras, sin embargo eso no es lo que capta nuestra atención. Las sombras se han agrupado en un rincón, y hacen un bulto, me toma un par de segundos reconocer la abundante cabellera rubia que sobresale de ellas.

La ira, la impotencia y los deseos de venganza explotan en mi estómago con la fuerza demoledora de un tornado. Con un rugido empuño mi espada y me lanzo en un ataque sin piedad contra las sombras. Vagamente soy consciente de Kai luchando a mi lado, y de Lexen, que aparta el cuerpo de Lay de la refriega y se aleja con ella. Bien por él.

Hija de la noche. #PremiosLaurelMiniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora