Cápitulo 8.

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Así paso el tiempo, con mensajes cortantes de parte de él, con mensajes bonitos de parte de ella.
Por momentos y raras ocaciones él le escribía como si le importara, como si realmente la quisiera, pero sólo en raras ocaciones.
Poco antes de cumplir cuatro meses, ella estaba harta de que él no tuviera el mismo interés que ella. No estaba segura al principio, pero se armo de valor (claro, a través de una pantalla, no es tan difícil).
Anna: Oye.
Nuevamente, como de costumbre, él tardo en contestar.
Abraham: ¿Qué?
Anna: Esto no funciona.
Conforme ella iba escribiendo, se volvía más insegura.
Abraham: ¿De qué hablas?
Anna: La relación, nuestro noviazgo. No funciona, Abraham.
Abraham: ¿Por qué lo dices?
Anna: Necesitamos un tiempo.
Abraham: ¿En serio?
Anna: Sí.
Abraham: Si tú lo quieres, está bien. No te puedo obligar a nada.
Anna: Vale, gracias.
Pasó el tiempo y siguieron hablando, cómo amigos. Se llevaban muy bien, incluso, eran mejores amigos. Solían llamarse y hacer llamadas de más de una hora. Todo iba bien. Todo seguiría bien.

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