Lo inevitable 8 Final

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Tres semanas pasaron sin saber nada de ella. Cada día que finalizaba y su ausencia se hacía más notable, aumentaba mi desilusión. Por más que me repetía que no debía esperarla, que no debía mirar a la puerta con la ilusión de que en cualquier momento apareciera, no podía evitarlo.

Ingrid por supuesto, estuvo muy pendiente de mí. Me conocía bien y sabía que aunque por fuera pareciera estar como siempre, por dentro estaba hecha añicos. Pero no porque esperara algo diferente de todo esto con Diana, sino porque me fue imposible no involucrarme sentimentalmente y no desear haberla conocido en otro tiempo, en otras circunstancias ... con más juventud y menos equipaje en mi haber. Ese equipaje que me gritaba que aunque la edad era sólo un número, había muchas cosas que Diana necesitaba vivir, disfrutar y sufrir antes de involucrarse con alguien como yo. Cosas que ya yo había vivido y definitivamente no quería volver a vivir.

O al menos eso era lo que me decía diariamente antes de dormir para hacer más llevadero el vía crucis en el que se había convertido mi día día sin su presencia.

Casi llegando la hora de almuerzo de uno de esos días, entró a la tienda. Mi corazón se paralizó al verla. Su sonrisa llenó de una calidez sin igual mi interior y su mirada esquiva, pero adorable, volvió a hipnotizarme como el primer día.

-Hola _ Saludó con su voz de niña y su sonrisa de medio lado.
-Hola _ Le devolví la sonrisa.
-¿Estás a punto de terminar verdad? _ Miró alrededor percatándose de que ya no quedaba casi nadie. Sólo un par de chicas terminándose un té sentadas en una mesa.
-Quedan 10 minutos ... ¿Quieres tomarte algo?
-No ... vine porque ... _ Abrió la boca dos veces antes de terminar de hablar - Porque quería verte _ Dijo finalmente bajando la mirada.

El corazón me brincó al escucharla, no puedo negarlo. Por más que quisiera cerrarme a tener emociones fuertes hacia ella, era inevitable. Cuando subió la mirada para verme, las dos sonreímos. No quería hacerme una historia irreal en mi mente, pero ese instante era mío, así que lo disfrutaría sin miramientos.

-Yo también me alegro de verte _ Le dije.

En ese momento las chicas que todavía quedaban en la tienda me indicaron que se iban, así que fui a cerrarles la cuenta y en cuanto salieron, cambié el letrero a Cerrado y nos quedamos solas. Estaba nerviosa, la verdad no sabía que esperar de esa visita. Mi parte irracional e instintiva lo único que quería era tomarla entre mis brazos y volver a sentirla, sentir su calor, su suavidad y su delicioso aroma ... pero mi lado racional, me frenaba y me gritaba que esperara, que su visita no significaba necesariamente que quisiera lo mismo, así que opté por acercarme hasta quedar frente a ella. Nos quedamos en silencio viéndonos a los ojos ... y en mi caso, tratando de descifrar lo que quería ... lo que esperaba.

-¿Puedo ... ?_ Se me fue la voz, así que tuve que aclarar mi garganta antes de continuar - ¿Puedo abrazarte? _ Pregunté dudosa.
-Por favor _ Respondió suavizando su mirada y asintiendo ligeramente.

Sin esperar un segundo más, cerré la distancia que nos separaba y la rodeé por completo con mis brazos. Ambas respiramos profundo en ese momento y todo alrededor dejó de existir. Luego de no se cuánto tiempo, me separé un poco quedando muy cerca de su rostro ... vi sus ojos hermosos antes de que sus labios entreabiertos me hipnotizaran y allí no pude resistirme. Tomé su rostro con mis manos y me acerqué hasta rozar mis labios con los suyos ... los acaricié lento ... suave ... disfrutando de su calidez y suavidad ...

Con la punta de mi lengua delineé su labio inferior y pude saborear su brillo afrutado, me deleité una vez más con lo acolchado de sus labios y de lo bien que encajaban con los míos. La acaricié así algunos minutos ... tomándola entre mis labios, succionándola ligeramente, acariciando las comisuras de su boca, hasta que la necesidad de sentirla más a fondo se hizo irresistible y entré por completo en ella. Me recibió sin reparo, correspondiendo totalmente a mi beso. Sus dedos se mezclaron con mi cabello mientras yo la rodeaba con mis brazos pegándola más a mí si es que era posible. Pequeños gemidos se ahogaron en nuestras bocas a medida que el beso se hacía apremiante. Mis manos no podían estarse quietas y acariciaba toda su espalda con las ganas inmensas de sentir su piel. Ella por su parte, acariciaba mi cuero cabelludo y mi nuca y debo decir, que cuando mordía con sus dientes mi labio inferior, un corrientazo sentía en mi centro. No estaba segura si era por esa acción, o si era una reacción natural a cualquier caricia que viniera de ella. No lo sabía, pero la verdad, tampoco me importaba. Sin aliento, nos separamos. Pegué mi frente de la suya unos instantes para recuperar la cordura, antes de mirarla. Aunque fuese una locura después de aquel beso, no quería que viera en mis ojos el inmenso deseo que sentía por ella, así que respiré hondo un par de veces antes de separarme y fijar mis ojos en los de ella.

Sin mirar atrásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora