Capitulo 5

610 50 0
                                    


Estábamos en camino a ver una casa, no quedaba tan lejos de la casa de Anahi, sólo un par de cuadras. La dueña nos esperaba para conversar sobre las comodidades de la casa y conversar por el precio.
Veníamos conversando, pero Mario se percató de que un auto nos perseguía.
- Hey Mario, te pasaste esa era la casa. – Apunté con mi dedo hacia atrás.
- Nos persiguen. – Dijo acelerando.
Giré un poco y vi un auto negro todo polarizado que venía muy pegado a nosotros. Rápidamente me coloqué el cinturón de seguridad.
- Acelera. – Dije.
Mario puso el cambio y aceleró esquivando a los demás autos. Era una persecución de película.
Mario tomó rumbo hacía una carretera que conducía través de un bosque, con la esperanza de perderlos. Nos escondimos bien entre los arbusto y vimos a dos hombres bajarse de ese auto.
Silenciosamente saqué mi cámara del bolso y comencé fotografiarlos hasta que se fueron.
- ¿Podemos salir? – pregunto Mario.
- Si. – afirmé.
Encendió el auto y salimos de vuelta a la carreta volviendo al destino anterior.
- Mario baja tú y habla con la dueña mientras yo le comunico a Jason sobre lo que ocurrió.
- Ok amor.
Saqué mi teléfono y marqué el número de Jason.
- ________. – dijo al contestar.
- Jason, sucedió algo...
- ¿Terminaste con Mario? – preguntó haciéndose el chistoso. – Dime que es eso... – suplicó riendo.
- No seas menso. – reí. – No, no es eso... Es otra cosa.
- ¿Qué?.
- Ya se enteraron que andamos por detrás de Coleman.
- ¿Cómo? – preguntó sorprendido.
- No lo sé, pero hace unos minutos nos persiguieron un par de hombres en un auto negro. – expliqué. – logramos escondernos en un busque, pude sacarles fotos a ellos y al auto.
- Mañana me las muestras.
- Ok, debo irme.
- Una última cosa... – mencionó.
-¿Si?
- Considera la idea de dejar a Mario. – dijo burlón.
- Ni en sueños. – reí. – Adiós. – colgué.
Bajé del auto y fui en dirección donde Mario y la dueña de la casa conversaban.
-Hola. –saludé cordialmente. – Soy _____.
- Un gusto cariño. – dijo risueña. – Soy Marcela.
- Un gusto.
- Le comentaba al joven todas las comodidades...
- ¿Podemos entrar a verla? – preguntó Mario.
- Claro. – Dijo.
Vimos cada rincón de la casa, era muy acogedora y me traía recuerdos de la casa de mis padres.
La casa tenía tres habitaciones, muy espaciosas. Las tres estaban en el piso de arriba junto con un baño que incluía una hermosa bañera con regadera. La cocina era hermosa y lo que sería la sala tenía suficiente espacio como para poner dos sofás y decorarlo muy lindo.
El fondo de la casa estaba lleno de verde, con unas cuantas flores plantadas y parecía haber una alberca un poco deteriorada, pero nada que no se pudiera arreglar. El precio parecía ser bastante razonable a comparación de otras casas que ya habíamos visitado.
- Muy bien. –dijo Mario. – Yo creo que debemos hablarlo y tal vez vengamos de nuevo. –sonrió.
- No se preocupen. –dijo amable la señora. – sólo llámenme y los estaré esperando.
Volvimos al auto.
- ¿Que te pareció? – preguntó entusiasmado.
- Esta muy linda, a mi si me gustó. Además la señora parece ser muy amable y simpática. – Sonreí.
- ¿Qué dices si hoy vamos a pasear?
- No lo creo.
- ¿Por qué?
- Seguramente ya saben que estamos detrás de Coleman y no es muy seguro que andemos afuera. – expliqué. – Lo mejor será que volvamos a casa.
- Tienes razón. – Sonrió – Volvamos a casa. Pero antes de volver ¿Pasamos por un helado?
- ¡Si!
Mario sabía como consentirme, aunque no era necesario, sabía muy bien lo que a mí me gustaba y sabía como hacer que un momento cualquiera se volviera especial.
Cuando volvimos a casa James y Anahi no habían vuelto. Comencé a preocuparme más de lo normal... Tal vez los habían emboscados o peor, tal vez habían atrapado al pequeño Dylan.
Comencé a pensar cosas y a imaginarme cosas hasta que yo misma dije:
- "¿Desde cuando tan paranoica? – pensé. – No debo pensar en cosas malas, ellos están bien. En cualquier momento atravesaran la puerta de entrada."
Comencé a sentirme un poco rara, o mejor dicho bipolar.
Busqué a Mario y lo abracé y dejé besitos en sus mejillas, él solo reía sin entender.
- ¿Qué te sucede? – preguntó riendo.
- No lo sé. – reí sin dejar de besarlo.
- ¿Estas mimosa? – me abrazó.
- Si. – murmuré.
- Creo que ese helado te hizo mal.
- Si eso parece. – reí.
Comenzamos a besarnos lentamente me recostando en el sofá, pero sólo siguió con besos tiernos. Minutos después la puerta se abrió

Amor Encubierto (2da temporada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora