A la mañana siguiente unas pequeñas caricias en la mejilla me despertaron... No eran las manos de Mario, eran otras manos más pequeñas, más tersas y suaves. Abrí lentamente mis ojos y lo primero que vi fueron unos pequeños ojos cafés acompañados con una pequeña sonrisa, que aún no tenía dientes. Era un bebé, un varón. Pero no era Dylan era un bebé el cual nunca había visto. Su tez era blanca y tenía unas mejillitas de color rosado suave. Me incorporé rápidamente.
- Hola cielo. – lo tomé entre mis manos. - ¿De dónde saliste?
Miré hacia todos lados y estaba sola en la habitación.
- Mario... - Dije, nadie me contestó. – Mario, hay un niño aquí...
Me levanté con el bebé en brazos y bajé hasta la cocina, estaba sola en la casa.
- Que raro... - murmuré.
- Mamá. – dijo el pequeñín con una tierna voz y un poco de dificultada.
- Que dulce, pero yo no soy tu mami. – Le hice un mimo.
- Mamá. – volvió a repetir.
En ese momento la puerta de entrada se abrió.
- Amor... - dijo Mario.
- Mario que... - Pero me interrumpió con un beso.
- ¿Cómo esta nuestro hijo? – preguntó sonriéndole al bebé.
- Nuestro... ¿Hijo? – pregunté atónita.
- Si, mi amor... ¿Acaso no recuerdas que tenemos un hijo? – preguntó con el ceño fruncido.
- Pero, pero... ¡Es imposible! - grité.
-¡__________! – gritó Mario despertándome de ese sueño.
- ¿Qué pasó? – dije algo asustada.
- Estabas teniendo como una especie de pesadilla... - corrió un mechón de pelo detrás de mí oreja. - ¿Te sientes bien?
- Si, si... debe ser algo que comí y me cayó pesado. – pasé una mano por mi frente.
Me levanté al baño y mojé un poco mi cara. Volví a la cama y me recosté.
- ¿Qué hora es? – murmuré.
- Son las 9:45 AM.
- Wow, es algo temprano.
-Sí. – me abrazó. – y yo aún quiero seguir durmiendo. – enterró su rostro en mi cuello.
- Eres un flojito. – reí.
- No, sólo estoy cansado. – dijo sin sacar su rostro de mi cuello. – Además está fresco. – se acurrucó más. – Esta lindo para quedarse y no salir.
- Yo creo que deberíamos levantarnos para ir con Jason...
- ¿Estás loca? – se incorporó de golpe. – No me voy a levantar. – volvió a apoyar su cabeza en la almohada. – además... para que quieres ir tan temprano. Seguro que para ver a Jason. – dijo algo molesto.
- Claro que no. – fruncí el ceño. - ¿En serio Mario? ¿En serio piensas que a mí me puede llegar a atraer?
- No lo sé. Dímelo tú.
Rodé por la cama y quedé encima de él.
- Yo sólo te amo a ti. – susurré sobre sus labios, para luego besarlo.
- Yo...también... te amo. – Dijo entre besos.
De repente el celular sonó.
- No atiendas, seguro es el idiota de Jason. – Dijo Mario tomándome del brazo, ya que estaba a punto de tomarlo.
- Mario, debo atender. – Dije tratando de zafarme.
- De ninguna manera. – rió y me tumbó de nuevo en la cama.
- ¡Mario! –Exclamé riendo. – Puede ser importante.
- Qué es más importante que tu futuro esposo. – dijo besándome el cuello.
- Nada... Supongo.
- ¿Supongo? – Arqueó una ceja.
- Sólo estoy bromeando. – reí.
El teléfono no paró de sonar hasta que Mario perdió la paciencia y atendió.
- ¿Quién es? – dijo molesto. – Es muy temprano, ¿no te parece? Bueno. Ok. Si, si yo le digo. Adiós. – Colgó bufando. – Jason. – frunció el ceño.
- ¿Qué dijo? – Fui hasta el armario para buscar mi ropa.- Que nos espera a nosotros y a Cecilia en el lugar de ayer, en quince minutos. – dijo colocándose la remera.
- ¿Es necesario que Cecilia vaya? – dije quejándome.
- Si, ella es nuestra compañera.
- Pues, a mí no me cae bien. – fruncí el ceño. – Ella... Es...
- No deberías juzgarla sin antes conocerla.
- Creo que ya hablamos de esto.
- ¿Te molestaste de nuevo? – preguntó abrazándome.
- No, claro que no. – Dije. En realidad no lo estaba.
- ¿Segura?
- Claro. –Sonreí.
Terminé de cambiarme y bajé a hacer el desayuno. Anahí estaba con Dylan en la sala, dándole el biberón, mientras James dormía.
-Buen día Anahí.
- Buen día _____. ¿Ya tienen que irse?
- Si. – bufó Mario. – No sé por qué tiene que ser tan temprano.
- ¡Mario! No es tan temprano son solo las 10:00. –rió Anahí.
- ¿Y tú qué haces despierta tan "temprano"? – Pregunté haciendo comillas, solo para molestar a Mario.
- Este niño lloraba de hambre, así que tuve que levantarme a hacerle el biberón. – sonrió.
Continuamos conversando mientras desayunábamos hasta que se nos hizo la hora de ir donde Jason y Cecilia.
Cuando llegamos ellos ya estaba ahí.
- Buenos días. – Dijimos Mario y yo al unísono.
- Buenos días chicos. – Dijo Jason.
- Buenos días Mario. – Dijo Cecilia dándole un beso en la mejilla, lo cual me molestó bastante. Mario sólo sonrió y dirigió la mirada hacia mí.
- Buenos días Cecilia.
- Hmmm... -Carraspeé. – Hola, yo también estoy aquí...
- Hola ______. – dijo con una sonrisa falsa que se le notaba a kilómetros.
- Bueno. – Dijo Jason interrumpiendo la tensión del momento. - ____, me habías dicho que ayer en la tarde los persiguieron.
- Si. – afirmé.
- ¿Tienes las fotos?
- Claro. – Las saqué de mi bolso.
Jason comenzó a ver las fotos. En su rostro había un gesto de neutralidadins": "N