Capitulo 3

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Rápidamente me separé de Jason y mire a Mario. Él estaba con el ceño fruncido, era obvio de que estaba celoso.
- Hola. – Dijo Jason extendiéndole la mano.
- Hola. – Dijo Mario.
- Ella es Cecilia Carlson. – presenté a la pelirroja.
- Mucho gusto. – Dijo sonriendo.
- El gusto mío. – él besó su mejilla.
- Bueno... ¿Qué es lo que has investigado? – preguntó Mario serio.
- Miren aquí tengo una carpeta. – Sacó una muy voluminosa.
- Wow. – Dije. – Al parecer has estado investigando mucho.
- Si. – Sonrió.- Este señor de aquí es Martín Coleman, uno de los más buscados por el FBI. Él se mueve de ciudad en cuidad, hasta ahora no ha salido del país pero creo que si decide hacerlo se irá a Alemania, donde tiene una cuenta de banco a nombre de Manuel Robinson y donde viven varios de sus socios.
- ¿Ahora en donde se encuentra...? - Preguntó Mario.
- Por desgracia, le he perdido el rastro, el desgraciado es muy escurridizo.
- ¿Y no tiene ninguna pista? – preguntó Cecilia.
- Sólo sé que esta en esta ciudad. Es lo único que pude seguir...
- Ok, ¿Qué tenemos que hacer?
- Mañana comenzaremos el rastreamiento. – Dijo Jason. – Me tomé la molestia de imprimirles una copia para que tuvieran una idea a quien nos estamos enfrentando.
Tomé la copia y mire la foto del hombre, por alguna extraña razón ya la había visto en otro lugar, miré a Mario quien también tenía una expresión rara en su rostro.
- ¿No lo habíamos visto en algún lado? – preguntó en un susurro audible para nosotros dos.
- Si, en algún lugar vi su cara.
Martín Coleman no era un hombre grande, aparentaba unos 30 años, pelo castaño, corto, pero con una mirada en particular. Su ojo izquierdo era celeste y el derecho verde. No parecía tan alto, sin embargo de contextura física era enorme.
- Nos encontraremos mañana aquí, a la misma hora para comenzar a rastrear a Coleman. – dijo Jason. – Lean bien las copias.
- ok, nos vemos mañana. – Dijo Cecilia.
- Adiós Jason. – Esta vez sólo bese su mejilla. – Nos veremos mañana.
- Adiós. – Dijo Mario cortante.
- Adiós. – Lo saludó de la misma manera.
Cada uno se fue por su camino, Mario y yo volvimos a la casa a ayudar a Anahi.
En el camino Mario venía serio seguramente estaba molesto por lo del abrazo.
- Anahi – grité. – Ya llegamos.
- ¿Dónde estará? – preguntó Mario.
- Seguro fue a acostar a Dylan.
Fui hasta la cocina y me llevé una gran sorpresa.
- Hola. – Dijo sonriendo.
- ¡JAMES! – me abalancé sobre él. – Te extrañé un montón. – besé su mejilla.
- Yo también mocosa. – Rió.
- Hola James. – Dijo Mario entrando.
- ¡hey bro! ¿Todo bien?
- Si – contestó Mario. - ¿No era que volvías dentro de unas semanas? – rió.
- Si, lo sé pero, ya extrañaba estar aquí con ustedes y más que nada al pequeño Dylan. – sonrió. – A crecido un montón. – Sus ojos se iluminaron.
- Si. – sonreí.
En ese momento apareció Anahi con Dylan en brazos.
- Veo ya se dieron con la sorpresa. – Entró riendo.
- Si. – Dije. – Bien, Creo que ya tienes a alguien para que te ayude a cambiar los pañales, a darle el biberón, limpiar el vomito... – Enumeré con los dedos.
- ¿¡Qué!? – Dijo James sorprendido.
- Si. – dijo Anahi. – Todas estas semanas la única que me ha ayudado fue ______. Tú eres el padre, tendrías que ayudarme.
- Yo soy el que trabaja. – Dijo James frunciendo el ceño.
- Y yo soy Mamá tiempo completo y es un trabajo muy duro por si no sabías...
Una discusión se olía a lo lejos, así que lentamente Mario y yo fuimos subiendo dejando que resolvieran sus problemas.
Mario entró en la habitación y se quitó la remera, estaba a punto de acostarse cuando lo abrace por detrás.
- ¿Amor? – Dije tiernamente.
- ¿Qué?
- ¿Sabes? Anduve averiguando sobre Casas para que nos vayamos a vivir nosotros dos, solos.
- ¿A sí? – Se giró a verme.
- Si. – sonreí. – La dueña quiere que vayamos esta tarde a verla. No queda tan lejos de aquí...
- Por que no vas con Jason. – dijo ofendido.
- ¡Mario Alberto Bautista! ¿Estas celoso? – reí.
- Tal vez yo también deba abrazar a Cecilia. – dijo mirándome.
Inmediatamente deje de reír. - ¿Aja? – dije sorprendida. – Muy bien. – Dije fastidiada. – Si así quieres jugar yo también puedo jugar y hasta mejor que tú. – Dije camino al baño de la habitación 

Amor Encubierto (2da temporada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora