Mi nombre es Alex y soy una cazadora de brujas
¿Saben que es lo irónico?
Soy una bruja.
Pero no esas brujas con berrugas gigantes y caras destrozadas.
No, eso ya es pasado y estamos en el siglo XXI.
Soy una chica de diecisiete años como cualquier ot...
—¿Tienen todo?.—preguntó como por décima vez Andre
—Andre, no somos niños.—rodé los ojos
—Bien. Suerte.—dicho eso nos fuimos.
Pasaríamos las siguientes dos semanas en Manchester, hay una posible recluta en ese lugar y tenemos dos semanas para encontrarla y conseguir que venga con nosotros a Nueva York.
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Andre hizo el arreglo, asi que todo está bien en la escuela
Se sentía bien salir un poco y cambiar de aire.
Ya sé, ya sé. Yo soy aire.
—¿Cómo nos turnaremos?.—preguntó Alek
—Tú, James, Mason y yo.—declaré y todos asintieron de acuerdo con mi idea
Nos subimos a la camioneta con las ventanas blindadas y emprendimos el viaje.
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—¿Cuánto falta?.—lloriqueó de nuevo James
—Dos minutos menos desde que preguntaste la última vez.—traté de mantener la paciencia.
Ya había llegado mi turno después de dos horas de viaje.
Sí, son unos flojos.
Sabía que se cansarían rápido así que intenté dormir lo máximo que pudiera pero no lo logré. Me quede embelesada con el paisaje.
Salimos al atardecer y ya el cielo se había oscurecido por completo. Sinceramente, a mi me gusta conducir con más claridad ya que es menos probable que muera.
Los ojos se me iban cerrando de a poco y mi preocupación iba aumentando cada vez más, al saber que en cualquier momento podría quedarme dormida.
No quería asustar a los chicos pero ayer estuve entrenando, y no mi lado de cazadora, sino el de bruja.
Entrenaba una vez al mes y no pensaba dejar esa rutina.
Y esa era la razón por la que hoy estaba tan cansada. Tomé un par de pastillas para mantenerme despierta durante el día pero al caer la noche la energía bajó con mucha velocidad.
Estaba empezando a perder las fuerzas para poder seguir manejando.
—Para el auto.—esa era la voz de Mason
Obedecí
—¿Qué ocurre?.—me volteé medio adormilada
—Ya le toca a Alek.—señaló al castaño y acto seguido Alek salió del auto para tomar mi lugar y sin sentir mucho mis movimientos, también salí.
Dejé caer mi peso en el asiento trasero y sentí como el auto arrancaba.
