21. ¡No soy una niña!

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Regresamos al hotel casi a la una de la madrugada.

Mason se quitó la camiseta y los pantalones, quedándose en boxers y se tiró a la cama.

Me quité la chaqueta y los tacones. Hice la sábana a un lado para meterme a dormir pero la voz de Mason me detuvo.

—¿Piensas dormir con eso?

Miré mi ropa, la verdad creía que si sería algo incómoda para dormir pero no iba a quitármela.

—No voy a dormir como tú.

—Vamos princesa. Ya te he visto en ropa interior.—me dio una sonrisa ladina.

El recuerdo del sarpullido se hizo presente en mi cabeza, asi que tomé una almohada y lo golpeé.

—Ten.—me tendió su camiseta y me dio la espalda.

Miré con duda la camiseta blanca que sostenía entre mis manos, pero al final decidí ir al baño.

Me quité el pantalón y la blusa, quedándome en ropa interior y luego me puse la camiseta de Mason que me llegaba un poco más abajo de los muslos.

Yo no era alta, pero tampoco era una enana. Era de tamaño medio y Mason era un poco más alto que yo.

Salí del baño y me metí a la cama, dándole la espalda a Mason.

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—Princesa.—escuché en un susurro

—Princesa.—volvió a llamarme asi que me volteé

—¿Qué?.—contesté entre dormida

—No puedo dormir.

—¿Quieres que te abrace hasta que te quedes dormido?.—pregunté con burla

—No me disgusta la idea.—no lo podía ver, pero apuesto a que estaba sonriendo

—No pasará.—ahora estaba completamente despierta y no creo que me vuelva a dormir.

—Juguemos algo.—habló después de un rato.

—¿Cómo qué?

—Preguntas y respuestas.

—¿Cómo se juega?

—Yo te hago una pregunta y tú la respondes, tú me haces una pregunta y yo la respondo.

—Eso se llama conversación.

—Bien. Entonces tengamos una conversación.

—De acuerdo. ¿Dónde aprendiste a conducir una motocicleta?.—solté la primera pregunta

—En Londres tenía una y mi buen amigo quiso quedársela cuando yo me vine a Nueva York.—eso último lo dijo con sarcasmo.

—Sigo yo. ¿Por qué no te gusta que te llamen Alexandra?.—un golpe directo al estómago.

Gobernó el silencio durante unos segundos que parecieron eternos.

—¿Crees que algún día te supere en el circuito?.—habló por fin.

Sonreí. Gracias.

—Lo dudo mucho.—respondí con cierto tono de superioridad.

—Tal vez te sorprenda mañana. Bueno...hoy en la tarde.—solté una carcajada

—Es bueno soñar, Mason.

Nos mantuvimos un momento en silencio y cerré mis ojos.

—Alex...—alargó mi nombre en suspenso, nada bueno pasa cuando alargan tu nombre en suspenso.

Cazadora de brujasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora