Luna roja: Subaru

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POV Subaru

Odio las lunas rojas, odio que los recuerdos entren sin piedad ni descenso en mi cabeza, me aborrezco a mi mismo.

Uno, dos, tres puñetazos a la pared hicieron falta para que se creara un agujero considerable y mis nudillos empezaran a sangrar.

—¿Subaru? —Megumi abrió la puerta y asomó su cabeza —¿Todo bien?

—Depende de que significa bien para ti —No respondió, simplemente se acercó y me revisó la mano. Estas sangrando, dijo —No es nada.

—¿Te molesta si te curo?

—Haz lo que quieras.

Tomó mi mano sana y me condujo al baño más cercano. Me obligó a sentarme en la tapa del inodoro mientras ella buscaba un maletín de primeros auxilios, el cual no estoy muy seguro de que tengamos.

—Bueno, hay que improvisar.

Agarró mi mano herida y posó su lengua en las lastimaduras. Me sorprendí un poco al principio, hasta que recordé que la saliva vampírica tiene poderes curativos. Cuando separó su boca de mi mano, las marcas rojas ya no estaban y la vi esbozar una leve sonrisa.

—Listo.

—Gracias, supongo.

—¿Pasa algo?

—¿Como puedes estar tan serena y feliz en una noche como esta?

—¿Quien te dijo que era así? Sufro al igual que todos ustedes, mis pensamientos me atormentan y no puedo hacer nada para evitarlos y lo último que necesitamos está noche son quejas y caras largas; hago mi mayor esfuerzo para mantenerme tranquila.

La miré por un largo rato, grabando en mi cabeza sus delicadas facciones, el color nieve de su cabello, sus ojos rojos tal cual sangre y sus más mínimas imperfecciones.

—Me recuerdas mucho a ella —Dije por fin —, en todo.

—¿Eso es bueno o malo?

—No lo se —Largué un suspiro melancólico, producto de los recuerdos —, no lo se.

Nos mantuvimos en silencio por unos largos minutos hasta que decidí romperlo.

—Ven conmigo, quiero mostrarte algo —Le extendí la mano esperando que la aceptara, y en cuanto lo hizo, nos teletransporté a la torre que tanto me atormentaba. Sus ojos brillaron por una décima de segundo —¿Sabes donde estamos?

—Aquí estuvo encerrada ¿No?

—Sí—Abrí la puerta y dejé que pasara primero.

Subimos hasta lo más alto de aquella construcción cilíndrica echa de piedra, encontrándonos con la primera y única celda.

Abrí la reja con la llave que colgaba de mi cuello y me dirigí directamente a la solitaria ventana. Moví sin dificultad uno de los barrotes y eso hizo que quedara un agujero, en donde reposaba una llave perteneciente a Christa.

—Toma —Le entregé la pieza de metal a Megumi —, úsala.

—¿En donde?

Posé mi mano delicadamente en su cintura y nos teletransporté a una habitación en tonos rosa pastel.

—¿Donde estamos?

—No siempre estuvo loca. Esta fue su habitación antes de que él la encerrara —Abrí el gran armario y, del fondo del mismo, saqué una cajita de madera oscura —. Ábrela.

Le entregué la caja y ella introdujo la llave, girandola de manera lenta, y sacando un collar de adentro una vez abierta. Era un collar de oro con un dije en forma de corazón del mismo material.

—Es precioso... ¿Que te pasa? —Preguntó con una sonrisa —Te brillan los ojos.

—Date la vuelta —Ella obedeció y tomé el collar de sus pálidas manos que, ahora que las miro de cerca, tienen muchas y pequeñas cicatrices que se confunden con el color de su piel. Puse la cadena alrededor de su cuello y la cerré, dejándola descansar sobre su marcada clavícula. Tomé su cabello albino entre mis manos y le hice una  coleta alta con su propio pelo. La di vuelta tomándola por los hombros, y cuando nuestros ojos rojos  hicieron contacto, lágrimas de nostalgia empezaron a caer por mis mejillas sin yo poderlas detener.

—Ey... Subaru no estés mal —Con sus frías manos empezó a limpiar el agua salada que caía sin control de mis ojos.

—Eres identica a ella, a mamá —Hacía años que no lloraba de esta forma —Tan hermosa... Ojala la hubieras conocido. Antes del incidente ella era tan... Era un ángel puro... Como...

—Como una rosa blanca.

—Exacto.

—¿Puedo decirte Suba-nii?

—¿Y si te digo que no?

—Te llamaría así de todas formas.

—¿Por que no me sorprende?

—No lo se, no estoy en tu mente.

—Ja, ja, que graciosa —La abracé por la cintura y ella rodeo mi abdomen con sus brazos.

Si son con ella, puede que las lunas rojas no sean tan malas después de todo.

Si son con ella, puede que las lunas rojas no sean tan malas después de todo

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¡Hola chicos! Espero que les haya gustado el capítulo.

Muchos besos💋

Bye!

Segunda Víctima - Diabolik Lovers  [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora