Prólogo.

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El ruido del fuerte viento se escuchaba aún peor adentro de aquel viejo almacén. El olor a viejo y suciedad invadía las fosas nasales del chico, y aquel indescriptible olor parecido al de un animal muerto le revolvía el estómago. Y odiaba saber que no podía quejarse. Bajo la mirada hasta sus pies, el piso se encontraba completamente lleno de tierra y hojas secas bajo sus zapatos negros, era algo que no le sorprendía. Jamás limpiaban aquel lugar, siempre se miraba exactamente de la misma manera. Las paredes guindas de láminas ya eran de un color guinda más desgastado con un poco de oxidación, había muchas cajas de madera; unas sobre otras en forma de pirámides. Frente a él se encontraba un viejo escritorio con una silla acolchada, mientras que él se encontraba junto a una vieja silla de madera, dura, fría y sucia. No quería sentarse.



— ¡Mi muchacho favorito! Que gusto me da tenerte aquí. —el chico giro su cabeza para ver al hombre robusto de barba frente a él con un traje formal, se sintió un poco vago al andar con unos simples vaqueros negros y una camisa negra.

— Buenas noches, señor. —saluda educadamente.

— ¿A qué se debe tu honorable presencia? -pregunta sentándose frente a él, indicándole al joven que se siente de igual manera, y así lo hace rápidamente. No queriendo hacerlo enojar o las cosas terminarían muy mal.

— La he encontrado. —dijo rápidamente, el hombre lo miro sin entender, después de suspirar añadió—: he encontrado a la chica que me pidió hace unos meses, es una estudiante de primer curso en la universidad. —el hombre sonrió y sin dejarlo hablar continuó—: se cómo acercarme a ella, solo le pido tiempo y se la entregaré.

— Me parece excelente idea. —dijo sonriendo.

El chico nuevamente suspiro sin saber muy bien si hablar o callar. Su vida dependía de aquella chica sabía que sería difícil hacerla caer, pero de una forma u otra lo lograría, quería su libertad y sabía que era algo demasiado arriesgado de pedir, se debatía así mismo entre hablar o callar. Decidió hablar.

Solo se la entregaré bajo una condición. —dijo rápidamente. Al ver como el hombre borro la sonrisa de su rostro se arrepintió rápidamente.

— Dime, ¿Cuál es tu condición? —pregunto interesado.

— Le entrego a la chica en menos de tres meses, si usted me da mi parte del dinero, me deja libre y no me busca después.

El hombre lo pensó unos minutos, poniendo nervioso al muchacho y hablo.

— Aceptó, pero... —la sonrisa que se habían formado en el rostro del chico desapareció rápidamente, el hombre continuó—: después de traer a la chica te encargarás de asesinarla tú mismo. —sonrió malvadamente.

— Trato hecho. —acepto el chico sin pensar, la joven no era importante para él, así que no tenía nada de qué preocuparse.


Tenía tan solo tres meses para asesinar a la joven castaña.

Dusk 1: Nictofilia. (NUEVA VERSIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora