Todos somos animales hoy

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Siento las lágrimas acudir a mí y amontonarse en mis ojos. No puedes llorar, me digo. No puedes llorar. Así que mantengo los ojos abiertos hasta que me duele, hasta que me retuerzo por dentro, pues sé, pues estoy seguro, de que si me rindo y parpadeo, voy a romper en llanto, y una vez que eso ocurra, no seré capaz de parar. Así que me quedo quieto, sin moverme, sin siquiera respirar, como si fuera una estatua, porque las estatuas no lloran. Uno, dos, tres, cuatro, cuento en murmullos para calmarme. No llores, por favor, Patrick. Por favor no lo hagas. Alguna vez escuché que lo mejor en esta clase de situaciones es pensar en algo bonito, pero no se me ocurre otra que no sea Chris, y estoy bastante seguro de que pensar en Chris en estos momentos sólo empeoraría la cosa.

-¿Estás llorando?- me pregunta en un murmullo su queda y ronca voz, con un leve matiz de preocupación.

-No- miento.

-No me mientas-me reprocha con tono ofendido- Te conozco. Estás llorando.

-No estoy llorando, Chris- digo intentando controlar el tono quebrado de mi voz.

-Por supuesto que lo estás- me contradice rápidamente- Oh, Dios mío, estás llorando.

Y, por alguna razón, hay algo en toda la conversación que me hace no poder soportarlo más. Intento cubrirme la cara con las manos lo más posible para disimularlo lo mejor que puedo. Con los ojos cerrados y envuelto en la plena oscuridad, me llega el sonido de la risa alegre y ruidosa de Chris, y a pesar de que sé que sólo se está mofando de mí, y que debería sentirme ofendido, no puedo evitar sentirme inmediatamente mejor. Al menos un poco.

-No puedo creerlo. De veras que no puedo creerlo- declara con voz burlona- ¿Está Patrick el duro llorando al ver "El secreto de la montaña"? Eso es adorable.

-No, no lo es- casi grito- No estoy llorando. Esta clase de cosas no me importan.

-Por supuesto que no- dice con voz sarcástica antes de dedicarme una sonrisa, divertido.

-Estoy hablando en serio. No me importa. ¿A quién podría entristecerlo eso? Solamente desperdiciaron su vida entera sintiéndose miserables porque la sociedad les arrebató lo único que podía hacerlos felices.- digo intentado sonar seguro de mí mismo, lo cuál es una misión bastante complicada cuando eres un imbécil a punto de llorar- Como sea. Me da lo mismo.

Él sólo me mira de reojo, pero su mera expresión ya es una burla en sí misma.

-Te das cuenta de que el hecho de que intentes ocultarlo sólo te hace más adorable aún ¿verdad?- dice un segundo antes de hacerme una llave de cabeza con su brazo izquierdo y tirar de mí rápidamente para colocar mi cabeza sobre su regazo. Luego se dobla sobre sí mismo hasta apoyar sus labios contra mi oreja y me susurra- Eres tan gay, ¿sabías?

-¡Oh, por favor, cállate!- exclamo molesto, aunque por dentro sólo estoy deseando que siga hablando, pues a pesar de que se está metiendo conmigo, el tacto de su susurro ronco y aterciopelado contra mi oreja me provoca un agradable cosquilleo en todo el cuerpo.-No entiendo entiendo por qué me atacas tanto. A fin de cuentas, fuiste tú quien quiso mirar esta porquería de película.

-Madura ya, Pat-dice entre risas- Yo no quería ver ninguna porquería de película. Sólo quería algo que hiciera ruido para utilizar como excusa y poder enrollarme contigo.

Eso es todo lo que necesito escuchar. Con un movimiento rápido, me levanto de un salto de su regazo, lo acuesto sobre el sofá y me acomodo encima de él.

-Haberlo dicho antes- murmuro, y puedo ver la sonrisa que se forma en los labios de Chris un segundo antes de cubrir su boca con la mía.

Nuestras bocas y lenguas se adaptan en seguida al movimiento, como si estuvieran hechas para eso.

Quédate a mi lado...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora