Hace más o menos diez minutos que estamos avanzando por las veredas casi vacías de los suburbios de la ciudad. Sigue siendo la hora de la siesta, por lo que la mayoría de la gente está durmiendo, o al menos, haciendo algo diferente que estar molestando en las calles como nosotros. Me gusta cuando la ciudad está así. Es como si uno pudiera imaginarse que es uno de los últimos habitantes del planeta, o algo por el estilo. No sé por qué eso resultaría una idea agradable, en realidad. Pero, a decir verdad, me entretiene muchísimo imaginármelo.
El día está extraño hoy. Y no tiene nada que ver con todo lo que está sucediendo en él. El sol está fuerte y brillante, irradiando todo su calor sobre nosotros, pero al mismo tiempo, soplan de vez en cuando unas correntadas de viento frío que te hacen estremecer. Es la clase de día que parece querer jugar a confundirte. Al final, acabas sin saber si sientes frío, o calor, o ambas cosas. En cualquier otro punto de mi vida, eso me molestaría muchísimo. Pero lo cierto es que, últimamente, ya estoy más que acostumbrado a no tener ni idea de cómo sentirme. Y no es algo de lo que pueda culpar al clima. Sí, hoy el día está definitivamente extraño. Sin embargo, eso no es nada en comparación a lo increíblemente extraño que me siento yo.
Si por alguna extraña razón pudiera encontrarme con el Patrick del pasado, el Patrick de hace unos meses, y contarle lo que estoy haciendo, reaccionaría mal. No sé muy bien cómo, porque la mayoría de las veces soy jodidamente impredecible hasta para mí mismo. Podría reírse, o no creerlo, o golpearme en la cara. Quizá, las tres cosas a la vez. Pero que no le gustaría la idea, es seguro que no le gustaría. El Patrick de hace unos meses no hubiera accedido ni muerto a hacer algo así. Y esa es, entre muchas otras razones, por lo que el Patrick de hace unos meses es un completo imbécil. No digo que no siga siéndolo ahora. Pero siento que lo soy un poco menos. O que, al menos, puedo ver las cosas más claras que antes. Como si de tantos golpes, hubiera acabado por tener que despertar. No estoy seguro de que sea exactamente eso, pero esto es lo más parecido a madurar que he experimentado jamás.
-¿Sabes?- me dice Chris mientras se agacha apenas para pasar bajo la rama de un árbol. Es algo que, considerando su estatura, jamás hubiera imaginado que tendría que hacer. Pero supongo que es cierto lo que dicen acerca de que todo es posible en esta vida.- Aun no entiendo cómo cuernos es que tu madre tiene esta dirección. ¿Estás seguro de que no estamos metiéndonos en cualquier parte?
Miro a mi alrededor y tengo que reconocer que entiendo su escepticismo. Las casas que flanquean las veredas son esas casas tan grandes y llamativas que tienes miedo de alzar la vista hacia ellas y que te cobren sólo por mirarlas. Siempre he pensado que eso de dejarse clasificar por el dinero es una absoluta estupidez, pero es una clasificación que en esta podrida sociedad resulta tan automática, que a veces es casi inevitable. No es que Chris ni yo vivamos bajo un puente. Mi mamá dice que el techo, comida, y ropa son necesidades, y todo el resto de las cosas que tienes entran en la clasificación de lujos. Siguiendo esa línea de pensamientos, Chris y yo somos unas personas bastante lujosas, lo cual es algo extraño de decir. Sin embargo, mirando estas estructuras altas y enormes, en las que de seguro cabrían cincuenta personas sin pisarse los pies, me es imposible pensar que no es un lugar en el que se supone que debería estar.
Pero hago lo posible por apartar esos pensamientos de mi cabeza. Tengo que mantener cualquiera cosa que pueda convertirse en un obstáculo lo más lejos de mí posible. Es la única forma en que podré hacer esto. Y quiero hacer esto. Probablemente, incluso más de lo que puedo darme cuenta en este momento. Pero, a la vez, es algo que me aterra muchísimo. Y querer y temer la misma cosa puede volverse bastante complicado. Lo sé por experiencia.
Es más que probable que estemos dirigiéndonos en la dirección correcta. Mamá no me mentiría sobre esto, ni me diría algo de lo que no está segura. Lo sé por la forma en que me sonrió cuando fuimos a buscarla a la oficina de la terapeuta para contarle todo y en que me dijo que le parecía una buena idea, aunque sé que en el fondo, de seguro toda la situación le molestaba muchísimo. Pero, si hay una persona en el mundo que podría adivinar lo mucho que esto significa para mí, es ella. Y eso no es un asunto para tomar a la ligera.
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Quédate a mi lado...
Romance(Segunda parte de "No me dejes ir". Si quieres leer esta historia, recomiendo buscar antes la primera parte) Desde aquella noche lluviosa, para bien o para mal, todo ha cambiado alrededor de Patrick. Su relación con Chris está avanzando a pasos ag...