315: Las pinceladas incoloras de la escritora. Octubre 14, 2015 (Noirdandelion)

33 6 5
                                    

315: Las pinceladas incoloras de la escritora.
Octubre 14, 2015

Pinceladas blancas y azules en el fondo; las había contado, siempre eran 43 blancas y 89 azules. Ya lo había visto hacerlo varias veces. Todos los días. En el centro un punto rojo, pequeño. Casi desapercibido ante la vista natural de cualquiera. ―¿Por qué escribiste Verano es infierno? ―Me pregunta sin desquitar la mirada de su lienzo, de la taza de café se ha derramado algo. En el 315 siempre se derrama algo.
―Estaba demente―, contesto. ¿Cuántas pinceladas llevará? Quizá ninguna aún, de alguna manera no importa. Ya las he contado, lo he dicho ya. Siempre eran 32 violetas y 8 verdes, siempre son 14 rojas y 45 negras… casi se me olvida que en el centro siempre hubo un punto blanco, pequeño. En el centro siempre hay un punto vacío, pequeño. En el 315 siempre se pinta algo.
―¿Por qué escribiste Verano es infierno?
Es pelirrojo. No lo había contado. Era extrañamente pelirrojo, pelirrojo de aquellos que poseen pecas como si tuvieran galaxias en la piel. Orbes ligeramente azules extenuando al mar blanco que era su piel. Todos los días. Se sentaba ahí, a unos metros de mí en la sala donde no había mueble alguno, luego las pinceladas doradas y plateadas en el fondo del lienzo. Yo las había contado. Siempre fueron 3 naranjas y 12 café. Se podían contar a través de sus ojos. ―Estaba demente. Quizá demasiado…―Casi lo olvido de nuevo, en el centro un punto rojo, pequeño. ―Y el aire era muy denso, cuando respiraba, mis pulmones ardían. Los bronquios se desfiguraban, yo tosía cenizas. Mi saliva se volvió negra…―De la taza de café se ha derramado algo, algo que no era café. ―Verano fue infierno.
Pinceladas en el fondo. ―Entonces lo creé a él, pinté a mi verano sobre un lienzo del averno―, seguía dando pinceladas. ¿Cuántas habría hecho ya? Siempre eran 6 grises y 28 carmines, no me faltaba contarlas. Todos los días. ―Le regalé un verano, y se lo adjunté con las llamas que carcomen eternamente las vidas. Se lo adjunté con el infierno… Después solo seguí escribiendo―.
―¿Por qué escribiste Verano es infierno?
Era castaño. No lo había contado, ¿o lo había hecho ya? Era extrañamente castaño, castaño de aquellos que poseen el bosque sobre sus cienes. Ojos ligeramente oscuros atrayendo al abismo que solo poseen los pozos que llegan al centro de la tierra. Todos los días. Se sentaba ahí, a unos metros de mí en la sala donde no había mueble alguno, luego las pinceladas… ¿Pinceladas? Casi olvido que estaba tomando café, voy a derramarlo entre las páginas que tienen el vómito de las entrañas que carcomió el verano. De las páginas se podía jalar los intestinos del verano, ¿quieres que te diga de qué color eran? Pinceladas rosas y cian.
―Pero seguí triste. Muy triste. Terminé el borrador, “Verano es infierno” se lee en la portada. Es un libro blanco―. Con pinceladas… ¿43? ¿89? La taza de café ha derramado algo. Debe de ser el alma que ha quedado desahuciada. Mancha las páginas del libro, pero ya lo había manchado con la misma tinta de la soledad. ¿Lo entiendes ahora? Porque yo… Yo vine a entenderlo. Me encerré en el 315, con un borrador. Pinceladas azules. Pinceladas blancas. Me encerré en el 315 con tinta desgastada, y plumas que no servían para nada. Pinceladas decoloradas. Me encerré en el 315 con una mente acalambrada y llena de cicatrices. Pinceladas abriendo la cabeza y mostrando que las heridas seguirán abiertas. Café en el verano mezclado con infierno.
Agridulce.
Pero igualmente es dulce.
Gaste cucharadas de galaxias envenenadas para el café que no tiene nada. Hay una tormenta en pleno verano, ésto parece desierto. Él en el centro del cuarto lleno de los lienzos que siempre tienen pinceladas, ¿pinceladas? Terminados. Semivacíos, como Verano es infierno. El borrador sirve de mantel para cuando se comen las ensaladas de palabras, deja que se manche con la comida (los rastros de reflexiones inconclusas) que te babean de vez en cuando. Hay que cincelarlo, pintarlo. Estoy segura que eran de color morado y plateado porque siempre lo hacía.
Todos los días.
En el centro de las pinceladas un punto rojo; pero Verano es infierno no es más que una mentira. Permíteme toser los bronquios que me han quedado calcinados aún. De la taza se derraman cascadas de las pinceladas. ¿Pinceladas? Canceladas, he puesto a abrasar las memorias. Verano es infierno es un recordatorio para ser olvidado. ¿A quién? Pero él solo pinta las pinceladas de un mar tranquilo, el centro es el infierno. Verano lo azul mezclado entre lo blanco. La tinta que lo mancha solo soy yo. ―¿Por qué…
No escribí Infierno es verano. Si lo hice no lo recuerdo. ¿Hacer? Beber el vacío de la taza que expulsaba cascadas. Él era pelirrojo, ¿será algún día? Quiero perderme en las pecas que solía contar sobre su rostro. Como las pinceladas, ¿47? ¿75? De qué color era el lienzo que pintaba. Desde que me he encerrado en el 315 he estado gateando por un tubo del cual no encuentro salida, pero tampoco entrada. Quiero perderme en el castaño cabello.
Pero yo…
Yo vine a encontrarme.
No hay nadie pintando un cuadro. Ni hay alguien cincelando. ¿Colores? La ausencia de ellos. De la taza de café no se ha derramado nada porque nunca hubo taza de café. ¿Yo? Yo estoy en el borrador. Borrador de Verano es infierno. Porque lo es, porque estoy triste… porque… porque estoy sola.
Verano es infierno.
Erre, ese, pe, i, erre, a. Punto. De nuevo. Cierra los ojos, pero no dejes de leerme. Aguanta, yo. Yo misma. Comienza de nuevo. Borra lo escrito. Eso… Cursor parpadeante, emergente ventana blanca. Posee el control, coma. Punto. Otro punto.
Comienza de nuevo.
Pinceladas blancas y azules en el fondo; las había contado, siempre eran 43 blancas y 89 azules. Ya lo había visto hacerlo varias veces. Todos los días. En el centro un punto rojo, pequeño. Casi desapercibido ante la vista natural de cualquiera. ―¿Por qué escribiste Verano es infierno? ―Me pregunta sin desquitar la mirada de su lienzo. De la taza de café se ha derramado algo. En el 315 siempre se escribe algo, en el 315 siempre se derrama algo.
―Porque yo soy Verano y mi mente es el infierno.

Apartamentos ParadiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora