- Después de un duro día de trabajo, por fin, llegué a casa. Me moría por entrar en mi apartamento, disfrutar de una ducha relajante y leer mi novela favorita mientras me tomaba una copita. Por fin, podía disfrutar de estos pequeños placeres de la vida. Antes, cuando estaba casada, me pasaba la vida trabajando y haciendo las tareas del hogar. No tenía tiempo para mí, no podía cuidarme, no me estaba permitido tener hobbies ni expresar mis opiniones y mis sentimientos. El día en el que perdí mi bebé por su culpa, decidí decir basta. No iba a permitir que siguiera haciéndome daño. No pensaba seguir sufriendo sus humillaciones y sus golpes ni un día más.
Llevaba varios meses sin saber nada de él. Al principio, me llamaba y me mandaba mensajes. Quería pedirme perdón. ¿En serio? ¿Acaso pensaba que de verdad le iba a perdonar? Ignoré todas sus llamadas e incluso fui a ponerle una orden de alejamiento y durante un tiempo pude vivir tranquila. No obstante, no sabía que iba a volver a atormentarme.
Ese día, después de haberme tomado mi anhelado relajante baño, me preparé una deliciosa bebida, cogí mi novela favorita y me puse a leerla. De repente, empezó a sonar el timbre de la puerta de mi casa repetidas veces. Fastidiada, me levanté de mi confortable sofá y me dispuse a abrir la puerta. Y ahí estaba él, aquel despreciable que hizo de mi vida un infierno. Llevaba ropa sucia, los ojos los tenía rojos, parecía borracho o incluso drogado. Su aspecto era terrorífico, sentí mucho miedo de que me hiciera algo, sin embargo, decidí ocultar mi terror y enfrentarme a él.
- ¿Qué quieres? – Le pregunté mirándole con odio.
- A ti.
- ¡Vaya! Pues da la casualidad de que de ti no quiero absolutamente nada. Vete de mi casa o sino llamo a la policía. Sabes perfectamente que no puedes acercarte a mí.
- La dulce gatita sacó sus garras. Pues, va ser que no. No me iré de aquí y no llamarás a la policía porque te mataré. – Me amenazó.
Empezó a agredirme y darme palizas como hacía antes. Al cabo de un rato, empecé a oír voces hablando, más bien gritando. De repente, todo comenzó a oscurecer.
Al despertarme, me di cuenta de que estaba en un hospital. Había un enfermero que me estaba cuidando. Fue muy amable conmigo, me ayudó muchísimo tanto dentro como fuera del hospital. Comenzamos a conocernos, luego empezamos a salir juntos y ahora estamos felizmente casados y tenemos una preciosa hija llamada Julianne.
- Y esta es mi historia, guerreras. Gracias por escucharme y aceptarme en vuestra asociación. Me gustaría formar parte de ella y ayudar a otras mujeres a salir del abismo en el que se encuentran.
- Bienvenida, Megan. Estamos muy felices de que formes parte de nuestro grupo.
Estoy muy feliz de unirme a ellas. Todas son mujeres fuertes que supieron avanzar y superar las dificultades. Deberían sentirse orgullosas de ellas mismas y de sus logros. Tenemos derechos a ser dichosas y ser amadas.
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Apartamentos Paradise
Short Story¡Sea bienvenido a los apartamentos Paradise! Donde sus sueños se harán realidad. ¿Está buscando esa felicidad que nunca aparece? Visite nuestros apartamentos, le contarán historias inolvidables, podrá observar el paso del tiempo en el muro de Paradi...