Capítulo VI

28 1 0
                                    

Mierda, estoy confundido. No se si lo que acabo de ver es un sueño, un recuerdo olvidado hasta ahora o una especie de visión. Suena extraño pero a estas alturas cualquier cosa me parece creíble. Es de locos que me crea vidente de golpe pero sinceramente me parecería una estupidez eliminar cualquier posible explicación sobre lo que sea que esta pasando.

-Sr. Evans, ¿acaso no me ha escuchado? Levántese o me temo que no va a volver a andar, usted me entiende.- Eso ha sido una amenaza en toda regla, así que analizando mis opciones me levanto con rapidez para evitar cualquier desgracia. 

-Bueeno, explicadme qué clase de divertidas actividades haremos hoy.- Aunque tengo miedo de acabar de provocar mi propia muerte la ironía es mi mejor arma en estos momento.

-No vaya tan rápido Edward. Recuerde: todo a su tiempo. Sólo le diré que pondremos al límite sus capacidades emocionales y psicológicas.- Lo dice cómo si llevara mucho tiempo esperándolo.

-Chachi...- murmuro con desgana. Doy una vuelta sobre mi mismo buscando una puerta o cualquier tipo de salida- ¿Cómo queréis que salga de a... ?- La pared que está delante mío se desliza hacía a la izquierda con calma pero con un silencio que hace que la escena se incluso elegante. Cuando ha desaparecido por completo avanzo con paso decidido.                                                                                 

Me encuentro en un larguísimo pasillo, el mismo de blanco impoluto ocupa el espacio, empiezo a cansarme de este color, en la pared derecha se encuentra una puerta cada tres metros, todas idénticas, todas cerradas. ¿Que representa que debo hacer? "Tu sólo camina hasta que creas que has encontrado tu puerta, esa es en la que tienes que entrar" 

-¿Mi puerta? ¿Cómo sabré cual es mi puerta?- susurro para que nadie aparte del niño de mi cabeza me escuche. "Lo sabrás en cuanto la veas". Esto no hace más que mejorar. Sigo adelante con la mirada fija en las puerta. Intento buscar algo que las diferencie entre ellas pero, nada. He pasado por delante de una veinte puertas y estoy perdiendo mi paciencia.

-¡Oye! No puedo encontrarla- Grito al techo como un imbécil. "Capullo, ¿acaso esperas que tu puerta tenga colgado un enorme cartel que diga: Soy toda tuya Eddie? Trata de escuchar con atención hasta que alguna te diga algo" Genial, ahora soy el susurrador de puertas, aunque me parezca absurdo le hago caso y, para mi sorpresa, tres puertas después la encuentro. No lo he captado al principio pero justo antes de llegar a la siguiente un escalofrío ha recorrido todo mi cuerpo y después un grito ha retumbado en mis oídos. Un grito de dolor, como si estuvieran torturando a alguien. Y entonces le he reconocido: Chris. Y aquí estoy ahora, delante de una puerta debatiéndome si entrar o no. Podría ser una encerrona o podría no serlo. No puedo dejar a mi mejor amigo sólo, respiro profundamente y giro el pomo para abrirla con los ojos cerrados. Doy un paso quedando dentro, lentamente abro los ojos. Dios mio... 

ObservedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora