Capítulo VII

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Estoy paralizado. Delante mío yace Chris, su mirada clavada al techo me estremece. Está temblando y un charco de sangre rodea su cabeza. No se que hacer y estoy entrando en pánico, mi mirada se nubla por culpa de lágrimas que intento no derramar. Debo ser fuerte por Chris e intentar salvarle.

-Chris... Chris- susurro- dime algo por favor.

-Ayúdame...- su murmuro es tan leve que tengo que hacer un gran esfuerzo para entender lo que dice. Me acerco a él tan rápido como puedo pero un fuerte golpe en mi cabeza me tumba en el suelo, me levanto y vuelvo a acercarme pero esta vez mucho más despacio y con las manos delante mío. A menos de un metro de Chris noto una superfície fría y dura, vidrio.

Mierda, sigo palpando el vidrio en busca de una salida para llegar al cuerpo de mi amigo pero, no encuentro nada, es una enorme pared de grueso vidrio. Con desesperación golpeo con mis puños la pared.

-E-ed, ayúdame por favor...

-Tranquilo Chris, ahora vengo.- me dirijo a una esquina de la sala cogiendo carrerilla, cuento mentalmente hasta tres y corro impactando con fuerza contra el vidrio. Pero tan sólo sirve para joderme el hombro izquierdo ya que el cristal no tiene ni una grieta.

Después de muchos más golpes desesperados y maldiciones por lo bajo empiezo a notar mi cuerpo entumecido por el dolor. Me rindo. Me rindo, aunque me mata por dentro saber que no hay nada que pueda hacer por él. Mi mejor amigo, mi hermano, está muriéndose delante de mis ojos y me siento impotente. Dejo caer mi cuerpo lentamente, diposito mis manos contra el vidrio y le observo. Siempre ha tenido cara de niño, y esa sonrisa de estar preparando la más grande de las travesuras. Ahora, su rostro roza una palidez casi traslúcida y en sus ojos no queda rastro de ese brillo con el que, según el decía, "volvía locas a las chicas". Quién tengo delante no es Chris. Si, es su anatomía, su pelo rubio ceniza y su nariz pecosa, pero es eso y nada más. Un cuerpo. Porque Chris no es Chris si no añade un joder al final de cada frase, si no se ríe a carcajada limpia con sus propios comentarios. No es él porque aún no me ha llamado como me suele llamar. Y entonces vuelve, mi compañero de locuras retorna y, entrecerrando los ojos susurra una de sus frases. Masticando las palabras de una manera que solo él sabe hacer. Habla tan lento que parece que el mundo entero se estuviera deteniendo.

-¿Tú crees que en el cielo habrá tías buenas?- Una mueca como intento de sonrisa se divisa en su cara.

-Claro, hay cientos de mujeres esperando tu llegada- Después añado un "capullo" por lo bajo mientras mi risa se mezcla con mis ganas de llorar.

-Sabes, en el fondo, MUY en el fondo te quiero un poco Eddie...- Su últimas palabras se desvanecen despacio. Su respiración se ralentiza y mi corazón se detiene. No puede morirse, no me puede hacer esto. Sus ojos se cierran y ya está, no hay más. Se ha ido para siempre.

Y yo me rompo en mil pedazos y lloro, lloro como nunca he llorado. Lloro por Chris, por esta mierda de sitio, porque no se que he hecho para merecer todo esto. Me hago un ovillo en el suelo y dejo pasar el tiempo entre sollozos. Y de repente la voz de la mujer vuelve a retumbar entre la sala:

-¡Que conmovedor! ¿Convincente no cree Sr. Evans? Hay que ver como ha avanzado la tecnología- el cuerpo de Chris empieza a desmaterializarse- Grandísima actuación la del holograma. Aunque siento decirle que no ha superado la prueba. Demasiada sensiblería para mi gusto, pero todo puede mejorar con la práctica.

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⏰ Última actualización: May 27, 2018 ⏰

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