Ella fingía estar furiosa con él. Fingía que le odiaba, y que nunca lo iba a perdonar por aquello, pero en realidad, eso de poder pasar algún tiempo con él, aunque fuera en ese lugar, la hacía volver loca. Deseaba poder pasar más tiempo con él, pero a ser posible, en un ligar que no fuera la comisaría del pueblo. Ella quería estar con él, y quería que él hiciera de la realidad un sueño.
-Nunca te perdonaré esto.-Resoplé.
Llevábamos una hora y treinta y cinco minutos, para ser exactos. En la comisaría. Y todo porque al estúpido de Dean no se le ocurrió otra cosa que ir a toda velocidad por la carretera y por si fuera poco, hacerlo sin llevar el carné de conducir encima. Si hubiera tenido un poco de sentido, habría conducido lentamente. No había prisas.
O al menos, yo no tenía prisa. Aunque me dolía el golpe, la cabeza y me sentía mareada, hubiera deseado poder pasar más tiempo con él en el coche. Incluso hubiera deseado que su coche se quedara sin gasolina o sin batería, y tuviéramos que parar en medio de la carretera y esperar durante algunas horas, hasta que alguien viniera a recogernos.
Pero supongo que solo se cumple la mitad de un deseo. Porque la verdad era que sí que estábamos pasando algo de tiempo solos. Bueno, no completamente solos porque la policía estaba allí, pero al menos, no había ningún conocido por los alrededores. Aunque claro... Si hubiera podido elegir el lugar, no estaría en una comisaría, sino más bien en el campo, sentada con él cerca de un lago, riendo, y quizás, con mi cabeza apoyada en su brazo.
-No necesito que me perdones nada, no te he pedido perdón.-Respondió, sentándose en el banco que había allí dentro.
-Pero esto es culpa tuya... Si no me hubieras dado el balonazo, ni hubieras conducido tan rápido, ahora...
-Deja de culparme.-Respondió fríamente, interrumpiéndome. No me miraba, estaba algo nervioso. Lo sabía por el modo en que estaba moviendo sus manos por sus piernas.
-Es la primera vez... ¿Que estás aquí?-Pregunté. El silencio me incomodaba, y no pensaba acercarme a hablar con el policía que nos estaba mirando desconfiadamente a unos metros de nosotros.
-¿Es que no vas a callar? Joder, déjame en paz.-Respondió.
Así que le hice caso. me daba miedo. Tenía la sensación de que en cualquier momento estallaría y me empezaría a gritar, o a pegar por las paredes. Y no quería eso. Así que bajé la mirada y empecé a juguetear con una de las pulseras que llevaba.
Dean se levantó y empezó a caminar de arriba a abajo, impacientemente. Después se apoyó contra la pared y resopló, maldiciendo por lo bajo. El policía no dejaba de mirarle, toda su atención iba dirigida a él. Supongo que sabía que si alguno de los dos se iba a acercar para protestar, sería él.
Mi dolor de cabeza aumentaba por momentos. Necesitaba volver a casa, necesitaba una pastilla de esas blancas que quitaban el dolor de cabeza y necesitaba tumbarme en mi cama, cerrar los ojos y dormirme. Necesitaba que el dolor de cabeza parase. Necesitaba volver atrás en el tiempo para poder evitar de una forma u otra que Dean me pegara en la cabeza.
No sabía hasta cuando estaríamos allí. Por el momento, parecía que seguiríamos allí durante semanas. Yo no quería llamar a mis padres para que vinieran a buscarme. Seguramente estarían trabajando y además, me castigarían si me encontraran en una comisaría. Probablemente no dejarían que me explicara, o quizás si que lo harían, pero me reñirían igualmente por haber subido al coche de alguien que no conocía muy bien. Dean tampoco había llamado a nadie, pero tampoco sabía si tenía a alguien a quien llamar. Quizás sus padres estaban separados, o se desentendían de él. O quizás él sabía que aunque llamara, nadie iría a buscarlo. La verdad, es que yo no le conocía nada, y tampoco sabía quien formaba parte de su familia.
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BAD
RomansaÉl tenía secretos. Ella era un libro abierto. Si la vida de él era entre espinas, la de ella era entre rosas. Él la odiaba, ella le amaba. Ella era la única luz que podía haber en él, pero toda luz se apaga cuando llega la oscuridad. Él era hielo, y...