Capitulo Especial: Verdades Ocultas (parte 1)

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(Yesung)

Me desperté con el pequeño dolor de un nuevo pinchazo. Otra vez sacandome sangre para analizarla. Me sentía más como un experimento que como paciente del hospital.

Suspiré y me volví hacia el otro lado, evitando la mirada de la enfermera.

A los pocos minutos llegó el médico, después de que la enfermera se fuera.

-Usted, señor Kim, ya está en condiciones de volver al penal. Sus heridas ya estan sanas. Ahora sólo le haremos unos chequeos generales y mañana por la mañana podrá regresar.

Asentí y suspiré.

-Va a venir personal del hospital a tomarle los datos clínicos básicos.

Volví a asentir y vi por el rabillo del ojo al médico salir de la habitación.

Habían pasado más de una semana de que explotó todo en la cárcel. Yo estaba en un pabellón contiguo a la sala del gas, en donde se había iniciado todo, por lo que los de allí fuimos los mas afectados.

Sabía que hubo prófugos, entre ellos Sungmin. Y tambien sabía que él tenía que ver en todo esto. Y que su amante de turno, Byun Baekhyun, era su cómplice.

En fin, sinceramente, ya no me importaba.

Me senté en la cama y miré alrededor. Estiré la mano hasta la pequeña mesa que había al costado y saqué una aguja, de esas que usan para extraer la sangre. Estaba harto de esas cosas.

Escuché ruido de alguien entrando a la sala y me tendí de nuevo en la cama, haciendome pasar por dormido.

Me aventuré a mirar por el rabillo del ojo y vi que el enfermero estaba concentrado buscando los objetos que quizas utilizaría.

"Es ahora o nunca" me dije a mi mismo.

Entonces dirigí con rapidez la mano hacia el cuello del enfermero, incrustandole la aguja que había sacado antes. Éste se retorció por el dolor y yo aproveché y le di un golpe seco en la parte posterior de la cabeza, desplomandolo al instante.

Salté rápidamente de la cama. Me agaché y levanté el cuerpo momentáneamente inerte del enfermero y lo subí a la cama. Le saqué la ropa y luego me despojé de la bata que tenía puesta y me enfundé con sus holgadas ropas de trabajo. Me puse un barbijo, que me ocultaba parte del rostro y tomé la bandeja que el enfermero había traido consigo. Tapé al sujeto, aún inconciente, y me acerqué en silencio hacia la puerta. Vi al policía que estaba junto a la puerta, haciendo la guardia. Puse los ojos en blanco y abrí la puerta.

Toqué el hombro del policia y, cuando se volvió, le dí un golpe en las sienes, dejandolo ko.

Me apresuré a salir. Me desvié del pasillo y fuí hasta la entrada de urgencias. Dejé la bandeja en un banco y salí por el acceso del personal.

Afuera.

No había supuesto que sería tan facil.

Entonces algo empezó a sonar en el bolsillo de la chaqueta. Empecé a caminar al tiempo que sacaba el pequeño aparato.

Valla. Un celular.

Sonreí a los cielos. Sin duda, estaba de suerte. Rápidamente le quité la bateria y le extraje el chip. Doblé el chip, encendí el teléfono y restauré el software de fábrica. Ahora, todo dato había sido borrado, por lo que ahora podía usarlo a mis anchas.

Miré a mi alrededor, trantando de ubicarme. De donde estaba podía llegar con facilidad a la casa que había sido mi hogar durante varios años de mi vida y en donde había vivido junto con JongIn y Shindong antes de que todo el desastre pasara. Me dirigí hacia allí con paso apremiante, mientras recuerdos tiernos de mi infancia y adolescencia junto con mi hermano me invadian, al tiempo que me dejaban una estela de tristeza y melancolía.

Al llegar a la esquina, sonreí al divisar la casita. Estaba igual a la ultima vez que estuve alli. Llegué casi corriendo y, aprovechando aun la luz del dia, abrí la puerta con la llave que aun estaba escondida en el mismo lugar de siempre.

Adentro, el olor a encierro y el polvo eran los actores principales. Me acerqué a los interruptores, pero no funcionaban, tal y como lo supuse.

Me fui hasta mi cuarto y entré. Había mucho polvo tambien, pero al ver mi cama, aquello dejó de importarme. Tiré del edredon sucio y me recoste sobre las sabanas intactas desde hace nose cuanto tiempo.

Sonreí. Reconocer la comodidad adaptada a mi cuerpo era mas de lo que podía pedir. Entonces sentí un bulto en la parte trasera del pantalon del enfermero. Me giré y saqué el objeto.

La billetera. Y dinero.

-Gracias vida. - dije en medio del silencio.

Me levanté de un salto y me fuí hasta el baño, rogando que por lo menos hubiera agua. Por suerte había, aunque fria, pero no me importó. Estaba acostumbrado a bañarme con el agua casi helada del penal.

Me saqué aquellas ropas y me metí debajo del chorro de agua. Se me erizó la piel durante unos segundos, pero pasó. Dejé que el agua se llevara los restos del hospital, del reclusorio y de mi vida pasada.

Renovado, salí y me vestí con ropas que aún quedaban en mi antiguo placard. Me mire en el espejo y me gustó mi aspecto. Me había crecido la barba en estos dias, por lo que me afeité.

Me fuí hasta la sala y me senté. Miré el pequeño retrato familiar que había sobre de la mesa y suspiré. Había algo que quería hacer desde hacía mucho tiempo.

Me calé la capucha y un cubrebocas negro y salí. Caminé hasta los límites de la ciudad, intentando esquivar el frio intenso que me asotaba la cara.

Me detuve delante de la puerta de acceso del cementerio de la ciudad. Tomé aire, cerrando los ojos y entré. Me dirigí hacia el lugar que tanto tiempo no iba.

-Al fin pude venir, JongIn.

Me puse de rodillas y toqué la placa que rezaba el nombre de mi hermano. Sin darme cuenta, algunas lágrimas se habian condensado en mis ojos y cayeron por mis mejillas. Me las sequé con el dorso de la mano.

-Ahora por fin vuelvo a ser libre. Ahora ya estoy tranquilo. Ya vengué tu muerte.

Estuve un tiempo que no calculé. Me levanté y salí, caminando con paso acompasado entre las tumbas.

Entonces una figura me llamó la atención.

Focalicé mi atención y, cuando me di cuenta de quien era, sonreí. Sonreí con malicia. Tratando de no hacer ruido, me oculté detras de una tumba, para evitar que me viera.

-El universo te trajo a mi, Kim Ryeowook.

El Pacto II [2da Temporada] [EunHae] [+18] [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora