1. Condenado

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Narrado por: Ichimatsu

La verdad era... que realmente no lograba comprender el porqué hacía esto. Necesitaba decirles de alguna manera que tenía que irme para nunca regresar, pero no la encontraba. Una semana completa estuve nervioso, preguntándome en cómo se los diría, en cómo reaccionarían, en lo que ellos me dirían a mi.

Pensé en una extensa carta explicando la situación, las cosas que me dolían, las veces que había llorado sin parar y los momentos en los que había tenido que huir, pero sabía que sólo terminaría empeorando las cosas, en que si realmente dejaba un adiós, sería como pensar en que no podría ver sus rostros de nuevo, y aunque yo estaba seguro de que justo eso pasaría, una esperanza dentro de mi me decía que todo estaría bien al final.

Dejé que mis lágrimas cayeran al suelo y que mi corazón se hiciera pedazos, no podía parar y aunque debía hacerlo antes de que ellos llegaran, no lograba contenerme. Aferré mis manos a mi suéter, no podía calmar mis gemidos de dolor. Deslicé la manga por mi rostro quitando las lágrimas de mis mejillas.

Respiré profundo una y otra vez, me levanté y terminé de guardar mis cosas en la mochila. Tomé las hojas en la que había escrito todo y la rompí en pedazos. Miré con tristeza la única fotografía que yo tenía, me preguntaba si un día llegaría a verles de nuevo, si de casualidad me los encontraría por la calle o si alguno de ellos llegara a contactarme y fuera a visitarme a donde voy.

Pero no era momento de hacerse preguntas. Llevé la mochila a mi espalda, acaricié la cabeza del pequeño gato que se encontraba durmiendo en el sofá, ronroneó sobre mis dedos y sólo pude sonreír con una enorme tristeza cargada de situaciones.

Guardé la fotografía en mi bolsillo y me encaminé hacia la salida, encontrándome a mi madre en el pasillo. Quise retroceder, pero ya era demasiado tarde, ya me había visto.

-Ichimatsu, ¿vas de salida? -Me sonrió, se veía realmente tranquila. Me limité a asentir y a tratar de esconder la mochila en mi espalda. -Los ninis habían dicho que te sentías mal, ¿a donde crees que vas?

-Uh, pensé en ir a comprar sopa instantánea. -Miré hacia otro lado. -Me ha dado antojo de una que vi el otro día en la tienda... un nuevo sabor. -Ella me miró un tanto incrédula, pero se encogió de hombros.

-No te tardes, seguro que tus hermanos llegan en un rato para la cena. -Asentí de nuevo. Ella siguió su camino y avancé hacia ella.

-Mamá,... ¿puedo decirte algo? -No quería irme sin antes dejar un mensaje de que aún existo, al menos a ella. Sé que puedo confiarle a ella.

-Claro, qué sucede.

-Uh,... -Me arrepentí. -Nada, no es nada importante. -Ella me vio con el ceño fruncido. -Te quiero, eso es todo. -Miré hacia el suelo evitando su mirada. -Regresaré en unos minutos.

Mentira.

Sentí sus pasos venir hacia mi, envolvió un brazo en mi cuello y besó mi mejilla. -También te quiero, Ichimatsu. -Sonrió, y fue el último recuerdo que guardé de ella. Salí de inmediato de casa y comencé a correr. A huir. Me dirigí hasta la parada del autobús que me llevaría a la estación de tren, y en cuanto abordé la última ruta, me despedí de todo lo que más quería.

Lo siento, hermanos.

La mentira que nunca les conté | Osomatsu-san • PAUSADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora