Capítulo 3: Silencio

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El demonio comenzaba a impacientarse, pero Luna no quería ir más rápido de lo que era estrictamente necesario. Su padrastro era el dueño de una gran empresa de comercios, no podían deshacerse de él de un día para el otro. Cualquier error en el proceso, podría levantar malas sospechas. Vivían en un mundo donde la humanidad era conscientes de la existencia de los demonios. Por ello, existían distintas organizaciones y gremios que se encargaban de la protección humana y animal, a la vez que de la eliminación demoníaca.

―No es la primera vez que estoy en esta ciudad y hago un pacto con alguien de aquí ―aseguró el demonio.

―Pero no estamos hablando de alguien normal...Mi padrastro es conocido en todo el mundo. Cuando lo mates estudiarán todas las posibles causas de muerte, incluyendo la posibilidad de que lo haya podido matar un demonio ―le respondió ella, caminando de un lado al otro del gran salón.

―Le quitas toda la diversión. Escucha; me cargo a tu padrastro y nos piramos a buscar a los tíos que mataron a tu padre. Haces lo que te dé la gana con ellos, y nos olvidamos del tema. No tienes nada que perder.

En eso tenía razón. No tenía nada que perder. Al fin y al cabo su alma estaba predestinada a ser devorada por el demonio que tenía a unos cuantos metros de ella. Pero no quería hacerlo de esa forma. Quizás por miedo. Por miedo a que ocurriese todo muy rápido y no pudiese vivir un poco más.

―Mañana ―le dijo, deteniéndose.

―Mañana se va a la mierda, entonces. A mí manera.

―No. Hoy vendrá aquí. También iba a venir con mi madre, pero al final no llegará hasta pasado mañana. Lo provocaré, haré que se enfade. Y lo grabaré todo. Cuando yo te diga, aparece. Quiero que pase miedo, que sepa que va a morir. Y una vez esté muerto, dejaremos la grabación encima de su cadáver, para que todo el mundo pueda ver cómo era en realidad ―le explicó.

―Espero que no te eches atrás.

―Por supuesto que no. Ni de broma. Al fin y al cabo...no tengo nada que perder.

El demonio sonrío con malicia. Una corriente eléctrica recorrió la espalda de Luna. Salió del salón y se dirigió a su cuarto. Estar al lado del demonio le hacía ponerse muy nerviosa e incómoda. Ni si quiera estaba segura de sí podía confiar en él. Puede que le hubiese ayudado en el momento de invocarlo, pero los demonios eran seres mentirosos y traicioneros por naturaleza. No debía confiar en él.

"― Los demonios saben engañar a la gente y manejarla a través de sus sentimientos negativos. Si no vas con cuidado, te habrás metido en un agujero del cual jamás lograrás volver a salir."

Esa había sido una de las muchas veces que su padre le había advertido acerca de los demonios. Él era un Cazador. Uno de los Cazadores más respetados del país. Perteneciente a la organización antidemoníaca más poderosa de todas. Pero pese a eso, pese a haber arriesgado su vida incontables veces por la seguridad de las personas, lo habían asesinado. Luna estaba segura de que habían sido miembros de otra organización o gremio, o incluso algunos de sus propios compañeros.

➖🎃➖

La tarde había llegado, y con ella, su padrastro. El demonio permanecía en el salón, pero solo ella era capaz de hacerlo. El corazón le latía a mil por hora, y sus manos habían empezado a sudar. Era consciente de lo que iba a hacer, de lo que ella misma iba a provocar. Varias cámaras estaban grabando en el salón y en otras habitaciones. Agradecía que estuviesen nuevamente en el centro de la ciudad, en un dúplex de lujo. Gracias a eso los preparativos habían sido más sencillos.

― ¿Te encuentras mejor? ―le preguntó él.

Parecía estar de buen humor. Se sentó al sofá frente a ella.

Un último deseo...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora