Capítulo 4

244 20 0
                                    

-Dios. –Me sequé las lágrimas con el dorso de la mano y sorbí por la nariz en un gesto poco femenino. –Es increíble.

-Gracias… -Pude notar cómo se sonrojaba y eso me hizo sonreír.

-Por cierto, esa canción me suena muchísimo.

-¿Sí? Pues no sé de qué será… -Me sonrió, pero no pudo disimular que su cara se había vuelto seria un momento.

La simpatía que sentía hacia él había ido en aumento considerablemente los últimos días. Se portaba genial conmigo y estaba pendiente de mí a cada momento. Se hacía cargo de mí, y eso era algo que apreciaba por que hacía mucho tiempo que necesitaba que alguien lo hiciera. 

Había tenido que madurar mucho de golpe con tan solo 11 años, haciéndome cargo así de mi hermano, y eso había tenido cargos a lo largo de mi adolescencia. Necesitaba disfrutar lo que no había podido disfrutar esos años, y Ed me ayudaba a conseguir ese propósito.

-¿Has pensado en dedicarte a eso de la música? –Bajaban por las escaleras para comer algo en la cocina.

Él sonrió mirando al suelo.

-Sí. Pero no creo que tenga el talento suficiente.

-¿Qué no? Eres lo mejor que he oído nunca. –Sonreí sonrojándome, y él me imitó. –Además, seguro que tu pelo ayuda mucho en eso de las fans. –Se lo despeiné y entré en la cocina delante de él.

-Oye, te invito a cenar esta noche.

-¿Y por qué?

-Bueno, no estaría mal celebrar que nos conocemos ¿no?

-Ya… Bueno, si insistes… -Los dos reímos.

Preparamos algo rápido de merendar y estuvimos hablando mientras veíamos la tele.

-Oye… -Dije. Él me miró. –Gracias por todo, Ed.

-Otra vez… No hace falta que lo hagas, ___. 

-Quiero agradecértelo en serio. 

-Pues agradécemelo dejando de decirme gracias.

-Idiota. –Le di un golpecito en el hombro.

Más tarde me arreglé y bajé a ver si estaba listo. Lo vi ahí plantado en la puerta, mirando su móvil con aire distraído. 

Lucía todo un look Ed Sheeran. Iba con un pantalón tejano oscuro, una camisa blanca y arriba una americana. Bastante formal. Excepto por los zapatos. Llevaba unas bambas Nike negras que me hicieron sonreír. Él nunca sería él sin sus bambas deportivas.

Me miró sorprendido, y su cara me hizo sonrojarme. Parecía embelesado. ¿Por qué? ¿Por mí? Me sonrojé más al pensar en ello y volví a andar hacía él, que me extendió una mano, la cual agarré, y con ella me hizo dar una vuelta.

-Estás genial. –Me dijo.

-No tanto como tú. –Dije mirándole a los zapatos. Él siguió mi mirada y rio.

-¿Qué?

-Me gusta tu estilo. –Le miré a los ojos, y él me sostuvo la mirada.

No pude aguantar más que un par de segundos y aparté la mirada, sonriendo tímida. Él me cogió suavemente el brazo y tiró de mí hasta el coche.

Condujo hasta un restaurante que se veía informal, pero que, al ver el precio de algunos platos, me di cuenta de que no todo el mundo podría permitirse una cena ahí.

Rechisté un poco antes de que entráramos, ya que no me parecía justo que me llevara a un sitio donde un plato de carne rebozada costara más de 15 euros.

-¿Aquí que hacen la carne de oro? Ed, llévame a un McDonalds, que es más barato.

-Estás loca. Entra.

-No.

-___. Va.

-Es muy caro.

-¿Por qué te preocupas por eso? ¡Solo entra!

-¡Dios! 

Al fin entramos, y un camarero con un trapo colgando del antebrazo nos llevó hasta una mesa para dos en un reservado.

-¿Qué te parece?

-Demasiado.

-Quería traerte aquí.

-Pues no sé por qué.

-Por qué sí. Me apetecía, eso es todo.

-Ah, genial. A mí me apetece una jarra de cerveza.

-¿Cerveza para los dos, entonces? –Musitó un camarero que había de pie junto a la mesa.

¿Cuándo había llegado? Me puse nerviosa. ¡Yo no bebía!

-Em… No, no lo siento. Para mí una Coca-Cola por favor.

De reojo pude ver como Ed aguantaba inútilmente la risa.

-Para mí otra, gracias.

Pedimos para cenar, y cuando estábamos de sobremesa, riendo como borrachos por la Coca-Cola, apareció una chica rubia vestida de negro a la que tomé por una camarera.

-Perdona, ¿puedes traernos otra? –Le pregunté educadamente.

-¿Por qué no te levantas tú y la coges, bonita? –Abrí mucho los ojos y miré a Ed, que miraba hacia la mesa con las manos apoyadas en la barbilla. -¿Quién es esta Ed?

-¿Perdona? ¿¡Quién eres tú!? –Le dije levantándome y señalándola con un dedo.

-¡Su novia! –Abrí mucho los ojos y me quedé mirándole con sorpresa. Él solo suspiró.

I won't give up (Ed Sheeran)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora