Capítulo 2: Memorias

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Nada más abrir los ojos, vi como el haz de luz que atravesaba la ventana se reflejaba en el pelo azul de Gantai. Su cara era tan dulce mientras dormía... Quería acariciar su pelo, pero en ese momento se despertó.

-¿Sora?¿Eres tú?-preguntó ella

-Sí, soy yo

-¿Qué hago encima de ti?

En ese momento, se me ocurrió la idea de engañarla.

-Oh, ¿no recuerdas anoche?

-¿Anoche? La verdad es que no...

-Pf, pues fue la mejor de mi vida

-Sora...¿¡Qué hicimos?!

-Es increíble que no te acuerdes de que tu y yo...

-¡Calla!¡Dime que estás mintiendo!¡Dímelo!

-Calma, calma. ¿Y qué si surgió?

-Sora, ya no tiene gracia.

Entonces decidí parar.

-Ay, mira que creértelo...

-Yo que sé, pudiste haberme drogado sin enterarme.

-Claro, como tengo anestésicos y demás por casa, no hay nada mejor que sedarte.

-Déjalo, anda. Vamos a desayunar.

-Oh, se me olvidó comentarte... No he comprado nada, asi que no hay nada para comer.

-Y tú ayer me ofreciste comida. Cara huevo.

-Un despiste lo tiene cualquiera, mocosa. En fin, te invito a la cafetería de abajo. ¿Vienes?

-Espera, me tengo que cambiar.

Ya en la cafetería, pedimos un té para ella y un café para mi. Ella no suele tomar cosas que lleven cafeína ya que no le sientan muy bien.

-Sora, pásame el azucar, por favor - me dijo Gantai

-Aquí tienes.

Removiendo el café, se me vinieron un montón de acontecimientos a la mente, en especial mi primer encuentro con Gantai.

Era principios de invierno. De aquella, tenía 18 años. Repartía periódicos para ganarme un pequeño sueldo antes de ingresar en la Universidad. En la mañana de Navidad, un pinchazo en la bicicleta hizo que me cayera justo enfrente de los Gantai. Me quedé tumbado en el suelo. Nadie vino a ver mi situación ya que nadie a esa hora estaba despierto... Salvo ella. En aquel momento, debió verme por la ventana que estaba pegada al salón. Decidió meterme en casa, ajeno al frío. Me quitó el abrigo y me puso bocarriba, en su regazo en el sofá. Cuando desperté, me fijé en lo llenos que estaban sus ojos. Su pelo era asombroso, al igual que su nariz y sus labios. Sus pecas destacaban más otras veces aquella mañana de invierno. Me dijo "Buenos días. Ten. Te traje medicinas y un vendaje por si te habías hecho daño en alguna de las extremidades". Su voz era tan dulce y agradable. En ese momento, sentí como Cupido entró y salió por la ventana, solo para dispararme con su arco. Jamás olvidaré ese día, pero jamás volví a verla. Después de la muerte de mi padre, mi madre se había echado un novio nuevo. No me lo podía creer. Me había afectado tanto que tuve que mudarme a casa de mis abuelos en Okinawa. 4 años después de acabar mis estudios, volví a Tokyo y opté por meterme en el cuerpo de policía. Al no tener suficiente fuerza, no pasé las pruebas exigidas, asi que decidí meterme a detective. Un año después, conseguí una compañera nueva... Y para mi sorpresa, esa chica era Gantai.

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-Sora, despierta. El café se te va a enfriar-me dijo Gantai, devolviéndome a la realidad.

-Oh, sí, perdona.

-¿En qué pensabas?

-En mis cosas, sin importancia

-No, dímelas

-Estoy pensando en el caso. No importa.

-¿Estás seguro?¿No será por una chica que te gusta, eh?

-Claro que no.

-Sora, suéltalo, quién es.

-No es eso, de verdad.

-Anda. Sora, por favor. Quiero saberlo. ¿Es guapa?¿Cómo tiene el pelo?¿Su estatura?¿Su edad?...

Atosigado con un montón de preguntas, dije con un tono alto:

-¿Cómo me va a gustar otra chica que no seas tú?

La cafetería se silenció por completo. Todos me prestaban atención. Salí porque no podía contener las lágrimas. Gantai me perseguía mientras me decía:

-¿A qué vino eso?

-No importa, déjalo.

-¿Lo que has dicho... Es verdad?

-Supongo que sí

-Sora, para. Quiero hablar contigo

Me frené en medio de la acera.

-Sora... Ahora que ya lo sé, he de decirte que, a pesar de que estés enamorado de mi, no voy a querer tener una relación contigo o similares.

Mi corazón que iba a toda velocidad, se volvió bradicárdico.

-Durante mis estudios, estuve saliendo con un chico el cual me obligaba a practicar sexo con él. Me forzaba. Si no le dejaba, me maltrataba y si cortaba con él, más de lo mismo. Sufrí durante un año entero, buscando métodos para librarme de él. Una amiga mía me pasó un número de teléfono para ayudarme con mi problema de violencia de género. Le debo la vida. Gracias a ella, pude terminar de estudiar y dedicarme a lo que quería. Asi que me hice un juramento: No volvería a confiar en un chico nunca más. Es un poco drástico, pero creo que efectivo. No quiero volver a pasarlo mal.

-Gantai... Yo....

-No te preocupes, ya estoy bien.

-Hasta hace poco, no me había dado cuenta de que estaba enamorado de ti. Creo que empezó todo aquel día de Navidad.

-Sora, de verdad, lo siento mucho.

-¿Por qué te tienes que disculpar? Nadie manda en un corazón. No puedes hacer que se enamore de una persona. Sería así tan fácil...

-Ya...

En el momento del silencio, nos llamó el inspector para que fuéramos a su oficina, para darnos información sobre el asesinato de madrugada. En aquel momento no lo sabíamos, pero ese caso iba a llevarnos un largo tiempo.

Reino de los corazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora