Reencuentro

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-Hola Lizz, hola vero-dije sonriendo cuando se detuvieron delante de mí.

-Holiiss- respondieron las dos al mismo tiempo, mientras Lizet acomodaba un pequeño mechón rubio de su flequillo tras su oreja.

-¿¿Cómo están chicas, todo bien??- dije mientras empezábamos a caminar hacia la escuela.

-Bien-respondieron ambas.

-¿Y que cuentan?-dijo Lizet.

-Yo nada por mi parte-dijo verónica.

-Yo tampoco- respondí con una leve sonrisa.

-¿Cómo fueron sus vacaciones?-.

- Yo, me fui con Maya y con Iván a las costas de brasileñas un mes-dijo verónica. Maya, su madre, es una mujer sencilla y esbelta de piel blanca, su cabello es de color castaño oscuro, sus ojos grandes de un color verde amarillento enmarcados por sus largas pestañas negras. Ella es muy alegre mientras que Iván, su padrastro es una persona seria, de piel levemente bronceada, una espalda ancha y formida al igual que sus brazos.

-¿Y cómo la pasaste?-dijo Lizet.

-Bien estuvo re copado, el viaje en avión fue de casi diez minutos. ¿Y ustedes?-.

-Yo me fui a Miami, dos semanas, con Alexandra y Eric. Fueron las dos semanas más cortas de mi vida. Pero la pase de lo más genial. Las playas de Miami son perfectas, cada paso que daba me encontraba con un chico más sexi que otro-.dije con una sonrisa peligrosamente pervertida. Al ver mi expresión ambas se echaron a reír.

-¿No cambias nunca vos ehhh?-dijo veró mientras se reía.

-¿Cómo te fue con el idioma?-dijo Liz con una sonrisa maliciosa.

-De mal en peor, todos en ese maldito paraíso de los dioses semi desnudos más sexis del mundo- dije con una leve sonrisa y al notarlo ambas sonrieron -se disponían a tomar sol con sus cuerpos tallados a mano o a surcar las feroces olas del mar, tenían que hablar inglés. Ósea no podían hablar... Ehhh no se sueco, ruso, polaco, francés o japonés, hasta hubiera preferido que me hablen en chino mandarín, pero no en inglés- mire el rostro de verónica, a mi derecha, y a Liz, a mi izquierda, para que luego ellas se miraran entre si y nos empezamos a reír.

-No entiendo por qué odias tanto el inglés-.

-Veró, no me gusta y ya- me limite a decir un poco seria.

-Okey, que humor-.

Faltaba ya casi cuarenta metros para llegar a la secundaria. Mientras más caminábamos hacia adelante, más gente encontrábamos caminando hacia la misma dirección que nosotras. Cuando abrieron las puertas, los alumnos de los primeros años simularon a una ruidosa y violenta estampida de toros seguida por una de caballos desbocados, pero un poco más tranquila. Entre ambas manadas nos encontrábamos las tres tratando de avanzar poco a poco junto con la revolución de la multitud. Al ingresar por el pasillo que daba a las escaleras era espacioso pero la gente quedo un poco más apretada que antes. Subimos las escaleras hasta el primer piso y me sentí un poco más tranquila dado que muchos de los chicos que estaban delante de nosotros se fueron dispersando por el pasillo de la izquierda hacia sus aulas. Me alegre al percibir que los gritos se hacían un poco más suaves, mientras que nosotras con los demás doblamos hacia la derecha para ir al segundo piso. Esto se reiteró hasta llegar al cuarto piso.

-Veró, ¿Dónde estará el salón?- alzó las cejas y los hombros en señal de no saberlo.

Miramos los números de los carteles que colgaban de las puertas de los salones, para encontrar el mío. Hasta que vi a unos de mis compañeros del año pasado entrando al salón de la punta.

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