CAPÍTULO 4

937 104 13
                                    

Y finalmente el fatídico día llegó. Para ese entonces ya me había recuperado por completo del catarro y también había cumplido ya mis 5 años.

Mi madre aullaba de dolor mientras me agarraba la mano con fuerza. Yo trataba de no gritar también por mi ya adolorida y estrujada manita.

-- ¡Vamos, un poco más!

-- ¡Ya casi está!

-- ¡Empuja! ¡Empuja!

Mis tías gritaban a voz en grito mientras mi madre seguía haciendo presión en mi mano que ya se me estaba quedando insensible.

Finalmente pude escuchar un llanto y todo se quedó en silencio.

-- Es una niña. -- Las murmurar.

Sin embargo mi mente ahora estaba en otra parte. No podía apartar la vista del cuerpo inmóvil que se encontraba tirado en el suelo a mi lado.

-- ¿Ma... mamá? Mami... despierta... -- La zarandee con las manos mientras sentía como mi cara comenzaba a humedecerse. -- Ma... mamá. Mamá... ¡Mamá! ¡Mamá! ¡Mami!

Todo yo era un enorme matojo de nervios. Estaba presenciando algo horrible, sabía que ella estaba muerta, lo había sabido desde el primer momento que escuché el llanto del bebé. Pero no era fácil hacerse a esa idea.

Cuando estaba a punto de derrumbarme algo me detuvo a tirarme sobre su cuerpo. El llanto del bebé ya no se escuchaba.

TearsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora