Tears

CAPÍTULO 8

-- Y bueno no hace falta decir que ese hombre misterioso que me salvó era ni más ni menos que Dragon el revolucionario, es decir, mi padre. Aunque de eso no me di cuenta hasta que me lo dijo mi abuelo cuando estábamos en Water 7.

El chico al notar que su amiga no decía nada alzó la cabeza para verla. Ella estaba llorando en silencio.

-- Ei, ¿Por qué lloras? ¿Pasó algo?

-- No, es que... es... es tan triste. -- Sollozó. -- Tuviste que pasar por mucho y aun así... y aun así... ¡¿Por qué diablos no estás llorando tú también?!

El chico la miró sorprendido y sonrió.

-- ¿Y por qué debería hacerlo? Lo pasado es pasado y eso ya sucedió hace muchos años.

-- Luffy... Te gustaría volver a ver a tu hermana ¿verdad? Es eso lo que tanto te a estado rallando la cabeza estos días.

El joven capitán suspiro rendido.

-- Sí, el día que nació fue uno de este mes y no paro de pensar en que si siguiera viva sería un cumpleaños más para ella. -- Volvió a suspirar. -- Pero lo más probable es que ya esté muerta y sepultada. En aquella zona solo sobrevivían la cuarta parte de infantes que nacían y los huérfanos olvídate.

-- Luffy... ven aquí.

La muchacha se giró por completo quedando de frente a él y lo abrazó con fuerza.

-- Puedes llorar, nadie nos ve y lo necesitas.

-- Nami...

Pero no pudo seguir porque sus malditas lágrimas traicioneras decidieron hacer caso a la pelirroja y empezaron a desbordar por sus mejillas.

Sin embargo no se sentía triste, ya no. Hacía tiempo que ese vacío que había sentido de niño se había esfumado siendo substituido primeramente por su abuelo y por los amigos de su nuevo pueblo, seguido por sus nuevos hermanos y terminando con actualmente sus queridos nakamas.

Siguió llorando de alegría y tristeza a la vez y agradeciendo el poder tener el apoyo de su mejor amiga y enamorada en esos momentos.

Había perdido mucho sí, pero también había ganado mucho más. Y él no se arrepentía de ninguno de los sucesos de su vida.

FIN