capítulo 6. Querida, la muerte no distingue de clases

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La mujer fina estaba hecha un despojo, parecía hasta ordinaria, ya ni que se cubriera de finas sedad podrían recuperar a la mujer elegante y de alcurnia que le encantaba aparentar.

El cadáver de su amante reposaba a su lado ajeno a cualquier sufrimiento, ya apestaba y se levantó para estar lo más lejos de él.

-Marshall, si tan solo me hubieses elegido a mí tal vez seguirías vivo

Sollozaba, la culpa la carcomía

-Ella es la culpable por aparte de mi lado, sólo debió morir ella. Amor mío ¿por qué bebiste de la botella? Te advertí que no bebieras ¡tonto! ¿Por qué lo hiciste?

El cuerpo a su lado se empezaba a descomponer, ya había olvidado cuantas veces había vomitado, ya no tenía nada.

Esa sensación de sentirse vacía la consumía de qué servía todos los lujos que tuvo en su vida las costosas cirugías por las cuales se tuvo que someter para acabar de esta manera.

Dormir no era una opción, de seguro volvería a tener pesadillas pero ¿Quién duerme con un cadáver cerca?, imposible conciliar el sueño-


El dolor en su cabeza era insoportable, igual que la risa de ese hombre vestido de negro. Pero ya no había vuelto a verlo ¿Qué habra sido de él? se preguntaba.

Los reflejos del Sol que llegaban de unas rejas, le indicaban que la noche la había abandonado, que el día quiso burlarse de ella para mostrarle sus penurias o al menos eso le parecía a ella.

Empezó a gritar y a caminar en círculos, el olor a podredumbre desprendido del cadáver de Marshall era sin duda alguna insoportable

- ¡sacadme de aquí! ¿Quiénes se creen que soy yo?, pertenezco a una de las familias nobles de Londres

El resonar de unos tacones, era señal de que alguien se acercaba

-Pero que ruidosa eres, tan fina y delicada y resulta que eres tan ordinaria y vulgar - se burla - Que estado tan lamentable

-Así que fuiste tu...debiste morir tú y no él -señalo el cadáver

-Marshall era un pobre infeliz, dotado de una belleza algo tentadora pero insignificante si sacamos a relucir su carácter y sus malas costumbres

-Puede que Marshall no sea el ejemplo de inteligencia, pero tú perjurabas que lo amabas que te ibas a casar con él, no te importo su cuna en ese momento. Ahora lo tachas de insignificante ¿crees que eso es justo?, tanto que hice por él por sacarlo de esos malos vicios del juego, yo hice mucho por él

-Qué persona más tonta, después que te dejo en casi bancarrota aún lo defiendes, ¿Qué tan tontos pueden ser los humanos cegados por la pasión?

-Humanos...que persona tan rara eres, pero la muerte de Marshall no será en vano, tú tendrás que pagarlo

- ¿yo?, que humana más estúpida, Marshall solo era tonto que use para despistar a mi tío, pero si tanto lo quieres muy pronto estarás junto a él y veremos que tanto amor le jurabas tenerle. Pero te advierto que algo tan tonto como el amor no existe, es un pobre invento de los humanos, pero la lujuria ese fue el móvil de tus actos, eres más que otra de mis marionetas, pero ya no me apetece verte cortare tus hilos y conocerás a la muerte

- ¡No te tengo miedo!

Eso era lo que decía, pero todo su cuerpo temblaba, Lujuria se retira en cambio unos enormes perros rodean a la burguesa.

-soy una persona con mucho poder y dinero, Scarleth ven conversemos, esto lo podemos arreglar -lloraba sabía su destino

Los perros la despedazan poco a poco, prácticamente se la comen viva

En la misma habitación donde observaba todo, ella comenta

-Querida, la muerte no distingue de clase

A su lado se encontraba alguien de traje blanco, sonreía ante sus ocurrencias

-Vamos lujuria, tu juego esta aburrido, prefiero un poco más de sangre

-Soberbia, tu no alabarías nada que no fuera tuyo, jamás lograría complacerte - lujuria solo hizo un pequeño mohín

***

Por los pasillos de la mansión un hombre arrastraba su cuerpo, se encontraba herido pero tenía un objetivo en mente para seguir hasta el final.

¿Quién asesinó al mayordomo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora