Duodécima despedida

205 34 7
                                    


—Espérame— Grite desesperada, estabas corriendo muy rápido y te alejabas de mi —No me dejes aquí— Me miraste sonriendo y dijiste algo pero no logre escucharlo.

Siempre me levantaba agitada como si hubiera corrido un maratón. No lograba descifrar lo que me decías, todo era tan confuso en mi memoria; el lugar y las cosas a nuestro alrededor. Tenían ese aire de familiaridad pero no lograba encajar las piezas.

Dure dos años en el psiquiatra, mi familia me había dicho que estaba en un estado muy destructivo por causa de tu partida, también hicieron que fuera a rehabilitación porque empecé a beber sin control.

—Es por tu bien— Me había dicho mi madre segura de sus palabras.

No quise discutir con ella, así que accedí a lo que me pedía y de cierta forma logre salir del hoyo que había cavado con mis propias manos.

—No voy a presionarte, hablaras cuando sea necesario, tengo todo el tiempo que necesites— Había dicho el psiquiatra en mi primera consulta.

Después de dos citas a donde solo me limitaba a mirar los cuadros y las paredes de la oficina, hable. Le hable de ti, me escucho sin interrumpirme, sin pararse a cuestionarme o juzgar mis decisiones.

Sabes, eso era lo que necesitaba. Que alguien me escuchara sin juzgarme, sin preguntarme el porque de mis decisiones. 

— ¿Por qué no limpias un poco?— Fue lo que me dijo.

Entendí perfectamente a lo que se refería, limpiar mi corazón de ti. Mi corazón no fue lo único que limpie, también mi casa, después de mucho tiempo se sentía realmente bien que algo me perteneciera, algo estable a que llamar mio.




DespídeteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora