8. Huevos, Muelles y Rock.

71 9 4
                                    

-Cas es especial, frágil y dura a la vez. Es tan divertida y tan agradable, pero necesita a alguien de verdad que esté con ella en los momentos más difíciles. Ojalá tuviera al chaval ese del casco verde para darle su merecido; a saber y han cortado porque le ponía los cuernos... ¡No se me merece esto! – Pensé en voz alta lo más enfadado que pude.

-No te emociones Jam o si no te dará calabazas a ti también. – Dan me frenó los humos.

No sabía por dónde empezar. El barrio parecía bastante extenso y no es que hubiera mucha gente viviendo en él; todo estaba muy tranquilo. Ahora que lo pienso, sigo sin ver el sentido de hacer una tienda de antigüedades ochenteras en un barrio inhóspito como este.

Mi mente estaba en blanco. Para poder encontrarla y hablar con ella tenía que pensar como una adolescente incomprendida, pero, aunque así lo fuera, Cas no es como las demás. Solo me quedaba el instinto para empezar a dar rumbo la búsqueda.

Como si la idea hubiese venido en forma de rayo, cogí del brazo a Dan y Leo y nos dirigimos hacia un supermercado que había al final de la calle. Si su idea era desaparecer durante un buen tiempo, habría sido lo suficientemente lista como para comprar provisiones y no desfallecer de hambre.

A lo lejos se podía ver un cartel rosa muy llamativo con letras amarillo pollo escrito "SuperMertango"; solo esperaba que hubiese algo mejor dentro de aquel edificio grisáceo y sucio.

Llegamos más rápido de lo que creía. Todo por mis ganas porque si fuera por los otros dos, estaríamos comiéndonos unos donuts o algo así. Para nuestra desgracia, estaba cerrado, pero se veía que aún había gente dentro. Sin pensármelo dos veces, empecé a aporrear la puerta y a dar patadas a la puerta de cristal y transparente para que viniera alguien.

-De qué vas chaval. No ves que es domingo. – Vino a nuestra presencia un segurata mulato, robusto y enfadado por el ruido.

-Lo siento muchísimo, pero mi madre me va a matar como no consiga huevos para ella.

-Qué pena, vete a casa y dile que si quiere huevos que me llame. – No había captado exactamente la verdadera intención de lo que acababa de decir.

-Los quiere grandes. No se conforma con cualquier cosa, lo siento. – Le callé mientras pasaba a dentro del supermercado.

Empecé a pasearme por los pasillos sin saber qué buscar. Tal vez alguna cosa tirada o qué se yo, que me dijera qué compró y a dónde se dirigió después. Las intenciones eran buenas, pero a saber si llegó a pisar verdaderamente el "SuperMertango" este.

Nos separamos cada uno para buscar algún indicio.

Mientras buscaba en la sección de droguería, Julia decidió llamarme por el teléfono de Dan.

-Que quieres, me pillas ocupado.

- ¿Ya has encontrado a Cas? – Su voz sonaba sollozante.

- ¿Por? Has sabido algo de ella. – Sentía la mentira por teléfono.

-No, de verdad que no.

-No me mientas, ¿crees que me proteges ocultándome cosas?

-Yo, esto... – Su voz temblaba más que nunca.

-Déjalo, como siempre intentando ser la hermana protectora y que no necesito.

-Vete a la mierda. Deja en paz a Cas de una puñetera vez y preocúpate con las cosas de tu alrededor.

Julia me colgó en mitad del enfado. Estaba enfadado con ella. Siempre me hace lo mismo. Se cree que puede protegerme de todo lo que pasa, pero se le olvida quién es el mayor. Sé cuidarme. No necesito que lo haga ella.

Destéllame JamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora