Miré a Megan que lo miraba entre sorprendida, pero con rencor y a la vez nostálgica.
Me levanté de mi lugar, para intentar ayudar o aminorar el tenso ambiente que se había creado–. Siéntate hija —me ordenó mi padre y le obedecí—. Koch, entra, ¿Qué has encontrado?
Vi como la mirada de Ram por unos segundos conecto con la de Megan. En su mirada pude leer un «Lo siento» o tal vez un «Te quiero». Tenía una gran mezcla de sentimientos en la cual era excluida la felicidad y el rencor. La verdad con estos tipos ya no se sabía ni qué sucedía exactamente.
A pesar de las miradas y los sentimientos que Ram Koch tenía encerrados y se reflejaban en su mirada, su paso, siempre se mantuvo firme. Él le entregó algo a mi padre, quien examinó su contenido, al parecer eran cartas.
—Tiene el sello real; pero yo nunca las selle —dijo con extrañeza—. ¿Una bruja? —. Reiteró. Ellos asintieron, la verdad solo Andrei y Drake asintieron, porque Megan aún estaba en su mundo y perdida en sus profundos pensamientos—. No hay brujas aquí, y si hubiera una... yo ya lo hubiera sabido —. Mi padre miró a otro punto—. Pueden retirarse.
Drake y Andrei se fueron, pero Megan ocupo la ayuda de Frederic para poder caminar y salir de ahí. Después estaba Ram Koch que había salido después de Frederic y Megan sin antes hacer una reverencia a mi padre y a mí.
Por la cara que tenía Ram seguro intentaría hablar con Megan. Ciertamente estaba un poco inquieta en cuanto a ese trema. Pero, realmente tenía que dejarlo pasar, pues justo ahora, había cosas más importantes que atender, y desde mi punto de vista eran temas delicados.
Mi padre se puso detrás de mí y coloco sus manos en mis hombros e hizo un pequeño masaje. No me había dado cuenta que cada musculo de mi cuerpo se había tensado, y al volver a recordar que una Bruja podría acecharnos, un escalofrío recorrió toda mi espalda.
—Tranquila, hija. Ellos lo arreglaran —. Asentí tratando de comprender y meterme en el cacahuate que tengo por cabeza, que todo estaría bien y ellos podrían arreglar todo si es que de verdad había amor entre ellos. Y me obligué a prestar atención al verdadero problema.
Miré a la chica que todo el tiempo tuvo la cabeza agachada impidiéndome verle la cara y así poder reconocerla.
—Señor, ya estoy aquí —. Miré a Fane Vólkov que se había quedado paralizado al mirar a un punto de la habitación. Miré a donde él. La chica ya estaba de pie.
Era exageradamente bonita. Sus ojos verdes. Su piel pálida. Su cabello casi rubio, como los rayos del sol. Sus rojos labios, tan vivos. Sus largas pestañas, como brochas. Las pequeñas y delicadas pecas que se extendían a lo largo de sus sonrojados cachetes. Las pequeñas ondas de su cabello que se formaban en las puntas. Los hoyuelos que se hacían al sonreír. Sus envidiables curvas y sus largas piernas. Todo en ella era perfectamente envidiable.
—Carajo —susurré en mi mente, y ante ella me sentí como una inmunda cucaracha, y es que yo no podía competir contra ella. Mi cabello era negro como las noches en pena, mi piel tan blanca que alguien dudaría si estoy viva cuando duermo, mi pulso tan débil y tan pasivo, hasta podría apostar a que su piel era cálida, en cambio la mía era fría, yo tenía unas cuantas pecas, pero a mí no me lucían tanto como ella, mi cabello era liso y no tenía mucho chiste, mis ojos grises, un profundo abismo, mientras que en los de ella podrías percibir esperanza y buenos sentimientos.
De un momento a otro sentí temor. Temor porque ella pueda llegar a causar algo en Fane. Temor porque ella me quitara mi puesto a su lado. Me tense de pies a cabeza. Mi padre lo notó por qué peino un poco mi cabellera, que empezó a tornarse un poco rojiza.
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Monstenitori©
FantasyUna historia que relatar. Rumores que esparcir. Mentiras que contar. Secretos que descubrir. Recuerda que detrás de cada una de mis palabras hay un secreto que debes descubrir. «No eres una Monstenitori.» «-Mi padre y yo encontraremos la...