¿Por qué a mi?

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Duque y su ayudante, acomodaban lo último en subastar, una vez que alzó la voz en el micrófono, su auxiliar quitó la suave tela del exhibidor, los compradores, ansiosos se veían por la belleza de las joyas, unos se lamentaron por haber comprado otros objetos mucho más caros, pero a los que les sobraba dinero hasta por los codos, sus ojos brillaban de ambición.

— Y bien señores, las últimas cinco piezas para la subasta son las joyas de Royal Gaelia, representando a los cinco elementos, con diamantes, rubíes, zafiros y jade con esmeraldas de hasta tres quilates, con un acabado de gota, el hexagonal, con pequeñas flores, el de perlas con diamantes, el corazón de rubí, y todas son piedras auténticas, está valorado en dos millones de euros, ¿Comprometedor cierto?, Y bien ¿Quién da más, quién da menos?
— ¡Ofrezco los dos millones! — Alzó la voz un hombre con la paleta número 11.
— ¡Yo ofrezco dos millones con cinco! — Exclamó una anciana con la paleta número 22.
— Dios santo... ¿¡tanto valen esas piedras!? — Dijo asombrada a Trevor, el cual la miró también impresionado.
— Nunca pensé que tuvieras tanto aguardado...
— Ni yo, ¿¡Qué loco no!? — La chica sonreía, y todos se peleaban por las joyas aumentando la cantidad hasta que una mujer que era afroamericana con mucha personalidad, porte y exclamó con la paleta 33 — ¡Yo ofrezco veinte millones de euros!.
— ¿Nadie más?, a la cuenta de uno, dos, tres, ¡Vendido a la mujer con el número 33¡.
— ¿¡Escuchaste eso!? ¿¡Oh por dios!? — La chica brincó de la emoción y todos se voltearon al verla y tomó asiento de nuevo — Perdón... perdón. Trevor escuchaste eso, caracoles... Al fin podré hacer que el me vea lo suficientemente bien... ¿Así se satisfacen los humanos?.
— Ja Ja Ja pero que dices, eres humana... Sabes yo tengo una nieta que dice lo mismo — El anciano se levantó junto con ella, para dirigirse a con su amigo.
Morgana le sonrió y le siguió añadiendo — ¿Crees que el piense en mí?.
— Bueno, eso depende. Quizá el este peleando la manera en la que el pueda verte, actúas comí si nada pasará, la gente normal, no lo comprende.
— ¿Normal?.
— Gente que no ve más allá de lo que le ponen enfrente.
— Eso es extraño, pensé que todos lo hacían — La chica alzó la ceja y fueron interrumpidos al llegar con Duque.
— Vaya, cuando me di cuenta de que eran auténticas me emocioné son preciosas, hasta les tomé foto para mi álbum de artefactos con esa belleza, y bien si me disculpan, necesito atender a mis clientes y ya te daré el dinero.
— ¡Claro¡.

Trevor y Morgana caminaban por la baqueta, hasta ir a donde se la encontró, pero había un policía a la vuelta.
— ¿Señora O'Donell? — Exclamó el muchacho.
— Esa soy yo, ¿Qué sucede?
— La estábamos buscando, justo me pare aquí para comer unas rosquillas y la veo, hace tiempo que ya no la veía, después supe lo del accidente.
— Oh. Bueno, al parecer perdí la memoria, usted que sabe de mi.
— Pues más de lo que deberi... — Fue interrumpido por su jefe con la caja de rosquillas, y añadió de mala gana — Señora O'Donell, robó sus propias cosas, y salió de su casa aun cuando no puede, subastó las cosas que robó, pero, ¿Por qué razón?, será mejor que nos lo diga dentro del auto, sirve así que la llevaremos a su casa.
— Oh, eso es sencillo.
— Cariño yo tengo que volver a mi negocio, ¿Te parece bien que te deje con ellos?.
— No importa sé que son buenas personas, aunque él se vea amargado — Refiriéndose al jefe, el cual frunció el ceño y su compañero soltó una risilla burlona.
— Bueno Señora O'Donell será mejor que suba o me amargare más - Soltó con recelo, la chica subió y se pusieron en marcha.
— Y... señores ¿Cómo supieron que había tomado las joyas?.
— Quizá esa alarma que no se apagaba nos lo dijo - Dijo en tono burlón el policía más joven.
— ¿En serio?, Wow... con que para eso era... Lo siento, pero necesitaba el dinero.
— ¿Así? ¿Para qué? - Contestó sarcásticamente el jefe.
— Pues para ayudar a la familia, Damon me comentó que por mi culpa... nos iban a dejar en la calle, quizá por eso ha estado muy tenso. Supongo que por el trabajo arduo que hace.
— Señora Morgan, su esposo es Ama de casa, lo despidieron.
— ¿En serio? ¡Oh santas centellas!. Que bueno que fui a venderlas.
— Sí. Está un poco extraña señora Morgan - Dijo el joven.
— ¿Extraña? ¿Y eso por qué?.
— Bueno, no es algo que usted hubie... — Interrumpido nuevamente por el jefe y suspiró añadiendo - Ya casi llegamos, Por cierto soy el jefe Cass, y el es mi acompañante Wilson.
— Jefe Cassidy, ja ja ja —El joven completó el nombre del jefe y tiró la carcajada, él cual molesto le da un codazo.
— Mucho gusto. Son graciosos, ¿Son hermanos o algo? — Dijo entusiasmada.
— Somos primos — Contestó Wilson y Cass se estacionó y bajó del auto con el ceño fruncido.
-— Es un hombre muy rudo, pero tiene un nombre noble, y es policía, le gusta ayudar a los demás.
— Así es señora, ahora bien bajemos quizá ya estén esperándola, nuestros compañeros le avisaron de que huyó con las joyas.
— Excelente, se llevará una sorpresa — Dijo muy alegre y sonriente, pero no sabía lo que le esperaba.

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