La guerra del Hada que vino del Mar

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— Conquistarlo... vaya... — Se dijo así misma, mientras estaba sentada en la sala del segundo piso.
— ¿Por qué no compras una revista?.
— Me dijo que no saliera de la casa mientras el sale.
— Bueno, entonces has algo por el.
— ¿Que haré? Veamos... — La chica salió al pequeño balcón de la sala, y vio un caballete y una maceta de bonsái — Vaya alguien aquí pinta, ¿Quién será? — Observó desde arriba el patio y notó nuevamente la maleza — ¡Balgoroth! ¡Ya sé que voy hacer!.
— Lo sé, vamos, ten cuidado cuando quites la maleza — La siguió.

Morgana fue a su habitación a cambiarse de ropa, entró a su armario, en el cual no encontró ropa sencilla, toda de fiesta, elegante, y parecía ser muy frágil. La chica chistó con desaprobación y se puso unos jeans ajustados con unos tenis verdes, lo único que faltaba era una blusa la cual no encontró y bajó en sostén a la habitación de Damon, entró al armario de éste, vio un orden muy estricto, las camisas azules con el orden de color del más claro al más oscuro, al igual que otros colores, las corbatas, zapatos y los cajones muy bien ordenados y limpios.

Todo olía a él, la chica desordenó un poco tomando así una polo, la olfateó y suspiró, Balgoroth solo la observaba.
— Uh... Huele demasiado bien... Podría estar oliendo esto por horas. Emite una aroma muy armónica, es lindo....
— ¿Ya puedes ver y escuchar la armonía de las aromas? Eso es bueno, pero andando, deja de acosar su ropa.
— Oh. Es cierto — Se puso la polo y salió de la habitación, dirigiéndose a la puerta, pero había un problema. Tenía llave, la pelirroja bufó y observó que la sala estaba rodeada de ventanales, pero la otra parte de la habitación tenía todas las cortinas hacia abajo, lo cual hizo acercarse y levantó todas.

— Oh por dios... ¡Tenemos una piscina Balgoroth! — Exclamó emocionada, a su vez encontró la puerta que daba al patio directamente y quitó el pestillo de la puerta la cual tenía un acabado muy moderno como la de la entrada.
— Sí, anda con cuidado y no corras, el piso está húmedo.
— Iba correr, ¡Gracias Bal!.

Morgana observó el paisaje que tenía, la piscina, el piso que la rodeaba de mosaicos, lejos de ella el piso era de lozas oscuras, la sombrilla y una mesita con unas sillas muy monas, había una cerca de vidrio y a la derecha se encontraban unas escaleras que daban hacía donde estaban las hierbas, bajó el subnivel y derecho vio un portón que le llegaba al pecho, el cual daba a un sendero de arriba hacia abajo , no tan inclinado que dirigía hacía el mar, se veía mágico, pero por alguna razón tenía cadenas, quizá por los niños.

— Sería muy excitante caminar con Damon por ahí ¿No crees Bal? — Dijo la chica con una mirada apasionada.
— Te gusta demasiado.
— ¿Se nota?, es que yo sé que él es un galán... es extraño, porque, por más que quisiera decir "Nunca imaginé conocer a alguien como él", siquiera recuerdo algo de mi pasado, como para recordar que pensaba eso, pero por algo no lo sé, tal vez no importa el pasado, lo que importa es lo que haga ahora, pues será la cosecha que tenga en algún futuro...
— Así es Morgana, ahora ¿Cómo piensas cortar la hierba?. No tienes guantes ni un azadón ni tijeras — Exclamó la esfera de luz dorada.
— Buah... Entonces ayúdame a buscarlas te espero aquí — Soltó una risilla y Balgoroth se quedó ahí unos segundos y fue a ver el lugar.
— Acá hay varias cosas de jardinería, están en la pared, las tumbare por ti, porque están colgadas en alto.
— ¡Gracias! — La chica se acercó, apenas y podía pasar por la maleza que se había formado — Perdón hierbas... no quiero lastimarlas — Decía mientras caminaba y las apartaba de su camino, ya que las plantas tienen vida propia, por ello les llaman Seres Vivos.

Tomó las tijeras, mas no tenía guantes y empezó su labor de remodelación de jardín.
Aun eran las nueve de la mañana, estaba nublado, la chica hizo una montaña de hierba, y se percató que del otro lado habían otras escaleras que conducían a la puerta principal y en ese pasillo había dos mesitas, una para los niños y la que estaba más cerca de la puerta era para comer o a jugar a las cartas, no lo sabía.
Llevo los bonches de hierba a la basura, y ya daban las doce del día, Morgana estaba sudorosa, y observo que entre los arbustos frente a las escaleras que conectaban a la entrada, había un bebedero para aves y se emocionó por que la lluvia lo había estado llenando, también se dio cuenta que había bancas hechas de rocas grandes y moldeadas en forma imperfecta rectangular.
Para ir a la piscina había una división de flores, pequeños arbustos, y una enredadera que subía por una estructura como arco, y se encontraba el asador y una mesa con una sombrilla cerrada, las sillas llenas de la hierba que había cortado, ya todo tomaba forma.
— Es un jardín hermoso, solo le faltaba cariño. Los árboles comienzan a brillar de nuevo, sus auras estaban opacas.
— Habla con ellos Morgana, por cierto, invócame.
— Sientes algo raro, ¿cierto?.
— Sí, hazlo en el bebedero, toca el agua con el dedo índice y haz una onda.

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