Oicini.

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“- ¡Bienvenido a mi casa! ¡Entre libremente y por su propia voluntad!”

Anoche la luna nos dejó, las madres ocultaron a sus hijos, lloraban sobre sus cuerpos inertes, secos, vacíos. El caos nos gobernó, todo lo que conocíamos se consumía entre sangre y gritos, el eclipse duraba más de lo necesario. Cuando la luna nos dejó, el final nos cantó su dulce melodía tormentosa, fluyó nuestro aliento entre nuestros labios, caímos, rendidos; Cuando la luna nos dejó...

30 Noches. [Stony Au] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora