Aquel día no trabajaba y se había dicho que intentaría ordenar la lista de pacientes para la siguiente semana.
Desayunó junto a Sussan, a quien no sintió llegar pero que ahora le miraba con un gesto de creciente preocupación.
Suspiró e intentó mejorar lo tenso del ambiente.
— Gracias por el desayuno —. Dijo mascando un trozo de pan dulce.
Ella lo miró sorprendida, como si fuera algo sumamente nuevo, pero luego volvió a su semblante decaído.
Sussan era una mujer realmente apuesta, tenía la nariz pequeña y respingada, los cabellos rubios que caían siempre ordenados en una trenza, era buena ama de casa y sobre todo tendría buenos hijos.
Pero a Tony no le importaban sus atributos, él ni siquiera quería tener hijos, su visión de la vida iba más allá de lo que una mujer de pueblo pudiese darle.
— Estuve con el padre anoche —. Comenzó ella tomando una taza blanca de porcelana.
Tony no respondió, ella aguardó un minuto y continuó.
— Está algo preocupado, por lo del eclipse.
El castaño alzó una ceja.
— Yo no sé que está pasando, creo que también me asusta.
— Tranquila mujer, Rhodes nos dijo que compartieramos la estadía con ellos durante el mes.
Ella asintió, un poco más calmada.
Y era esto lo que más le desagradaba de ella, Sussan era una mujer realmente aburrida, cumplía de una forma el estereotipo tan a la perfección que el deseo de adrenalina de Tony se reducía a un doctor de pueblo, ordinario.
•·•
Los ecos de un cuarto oscuro se hicieron oír, las voces que habían subido de pronto se callaron cuando alguien de voz más grave lo ordenó, y se creo un silencio tenebroso.
Sobre ellos sonaron algunos pasos, la madera quejándose bajo los pies de la dueña de casa, que tarareaba algo mientras ordenaba algunos platos.
— Escuchen, haremos que este pueblo caiga.
— ¿Cómo estamos seguros que será hoy?
— Lo será, no hay duda de ello.
— ¿Por qué este? ¿Por qué no otro?
Eran muchas preguntas dirigidas al más anciano del grupo, de pronto el grupo se silenció cuando habló el primer oficial.
— Se atacará esta noche, cada uno debe de reunir a un niño, y no los vayan a tocar hasta que estemos seguros que vengan por ellos, repito, si alguien llega a morder a un niño yo me encargaré personalmente de romperles el cuello ¿Está claro?
— Pero tenemos hambre Steve, mucha hambre —. Susurró alguien con voz rasposa, el vampiro se acercó hacia el con los ojos rojos, eran aquellos brillos lo único que delataba su presencia, lo levantó del cuello y lo miró fijamente.
— No me hagas terminar con esto antes de comenzar.
El que había hablado, asintió repetidas veces cayendo al suelo a recuperar aire.
Steve continuó.
— No podemos entrar al pueblo luego de comenzar, quien lo intente podría quemarse, lo importante es el padre, si alguien lo logra sacar, se lo queda —. Todos sonrieron con ello, con ojos color verdes. — Y los hijos harán que salgan.
Todos asintieron y el anciano miró al joven con una sonrisa.
— Si alguien los toma es su problema, no voy a perder dos hombres si puedo perder uno, ya es tarde, larguense de aquí.
Y sin que nadie los notara el grupo desapareció, una vez que empezara el eclipse no podrían volver.
•·•
Tony caminaba por la plaza central cuando se quedó mirando la hoguera que seguía en el escenario, atrás de esta estaba la iglesia, una enorme e imponente escultura que a Tony persanalmente le parecía exagerada.
No se dio cuenta que estaba el mismo joven rubio de la otra vez.
— ¡Hey! —. Gritó llamando su atención, el rubio se volteó a mirarlo, Tony vio algo extraño en él.
¿Y ahora? Se preguntó cuando se acercaba a él y aquel escenario de muerte.
— Hola —. Dijo dándole una mano, el otro la correspondió algo receloso.
Se quedaron en silencio observando como el viento de la tarde hacía que se movieran las sogas.
— ¿Las conocías? —. Preguntó el extraño.
— No, pero me hubiese gustado hacerlo, ¿Y tú?
— A la más joven, Clarisse —. Respondió bajando la vista un instante.
— No te había visto nunca con ella, era una de las agriculturas ¿Verdad?
— Si, y una de las mejores —. Steve guardó silencio un momento. — Usted cree... Bueno ya sabe ¿Qué hayan sido...?
— ¿Brujas? —. Tony lo meditó unos momentos. — No soy muy creyente de las leyendas, pero ¿Qué importa? Que alguien se sienta superior a otro como para quitarle la vida y más aún hacer —. Pensó en como decir lo siguiente, alzó las manos enseñando las orcas. — Esto.
— ¿Las cree inocentes?
— Nunca hicieron nada malo, no merecían morir así —. Tony miró la cara de el otro sujeto y trató de corregirlo. — Me refiero a que nadie merece eso, no me malentienda, no quiero problemas con aduladores al padre.
El castaño sacó un cigarrillo, buscó fuego, y en ese mismo momento recordó haberlo dejado en la cocina de Sussan, antes de poder maldecir el extraño encendía una llama de unos fósforos.
Lo encendió y suspiró.
— Parece no agradarle el padre Portone —. Dijo Steve observando como el humo salía bailando de su boca, hizo una pequeña sonrisa que no pudo ocultar.
— ¿Qué hará? ¿Irá corriendo a decirle? Es lo último que le falta para volver a mi casa.
— No señor... Eh...
— Stark.
— Señor Stark, no es mi intención incomodarle, el padre tampoco representa una imagen de adoración para mi.
Tony alzó una ceja deteniendo su labor para mirarle mejor.
— ¿Quieres decir que no eres otro lamebota eclesiástico?
Steve negó y ambos comenzaron a reír como jóvenes.
Cuando se detuvieron Tony agregó que si seguían ahí serían los siguientes en arder, así que le preguntó si le gustaría caminar con él por el pueblo.
— Bueno señor Stark, sabrá usted que quienes que no son tan unidos al padre Portone no son muy bien recibidos en el pueblo, pero si gusta puedo acompañarle a su casa.
Tony asintió y comenzaron a caminar por la neblina que comenzaba a consumir la noche, hablaron de muchas cosas, Tony le contó que era doctor, que sus métodos no eran aceptados por el padre, le dijo que podría salvar a más gente de la que estaba salvando en este momento.
Y el extraño estuvo de acuerdo.
Cuando llegaron a casa, se despidieron con un apretón de manos y una sonrisa.
Sussan no estaba, así que el mismo encendió velas para poder comer algo.
De la nada se oyeron gritos de una mujer, lamentos horribles llenaron lo oscuro de la noche, todos salieron de sus hogares y se dieron cuenta.
Ningún niño estaba.
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30 Noches. [Stony Au]
VampirNingún personaje me pertenece. Sólo la historia es mía, pero espero que les guste.