2-. Exit.

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— ¡Steve es un traidor! —. Gritó aquel joven que habías sido anteriormente golpeado.

El rubio se mantuvo sereno, miró al anciano sonriendo a medida que enseñaba sus ojos rojos brillantes, pareció consumirlos a todos.

— ¿Ya vas a hablar? —. Cuestionó uno de los otros, impaciente por volver a salir.

Steve se pasó la lengua por el colmillo y luego habló.

Rhodes durmió otras seis horas, tenía un pequeño esguince en el tobillo.

Pero pese a que su amigo estaba sano, la mayoría de hombres estaban muertos y desaparecidos.

El padre ordenó un toque de queda que su más joven discípulo se encargó de comunicar puerta por puerta, cuando acabó ya faltaban apenas treinta minutos para que iniciara la nueva ley del padre Portone.

Sussan le estaba cargando un poco de agua de colonia a James junto a su esposa, muchas mujeres afligidas lloraron en silencio, los niños jugaban como si nada hubiese pasado, excepto uno, el que había visto lo que ocurría con su padre, aquel chiquillo se quedó sentado en los columpios hasta que tuvo que enterarse e incluso en su casa no quiso comer.

Tony estaba en el improvisado laboratorio del astrólogo, leyendo, su mente parecía estar a punto de colapsar, y era que simplemente de un minuto a otro todo se quebraba, unos ojos celestes claros y una blanca sonrisa lo sacaron de su libro.

— Rhodes quiere verte, Tony —. Dijo su mujer cargada en el marco de la puerta, tenía unas pequeñas ojeras.

— ¿Despertó?

— Y bebió casi dos cantimploras llenas de agua, tiene un poco de fiebre y por fuera del tobillo se ve bien.

El doctor Stark dejó el libro de lado y caminó al cuarto, el calor era demasiado, y la oscuridad del exterior lo tenía bastante preocupado.

Entró y se acomodó en una de las sillas ubicadas a los costados de la cama.

— Tengo muchas preguntas —. Dijo el moreno suspirando para hablar.

— Yo también —. Admitió el castaño.

— ¿Cómo salimos de ahí Stark? Tú lo viste, yo también, fue... Ellos... Eran.

— Rhodes tienes fiebre ¿Acaso estás seguro de lo que hablas?

— ¡Maldición Stark! ¡Estabas ahí! Los viste, tomaron a nuestros hombres y los dejaban... Secos.

Tony suspiro, contemplado el vaso con agua sobre el mueble.

— No puedes venir con tu ridículo escepticismo ahora —. Insistió Rhodes haciendo una pequeña mueca de dolor.

Tony suspiró, en cierta parte se perdió del tema de conversación y empezó a imaginar ríos claros, recorriendo ojos profundos, sonrisas blancas, su mente viajaba lentamente lejos de todo, mecida entre suaves cabellos rubios.

— ¿Al menos me estás escuchando? —. Manifestó su amigo molesto mientras le miraba con la mirada endurecida. — Te decía que Claire y yo vamos a tener un hijo.

— Felicidades por ustedes, es una linda noticia.

— Gracias Tony, pero me preocupa, esto que está pasando, sean lo que sean están matando, y así, así con este pie no puedo cuidar a nadie.

— Rhodes estás bien, estamos bien, al menos aquí ¿Verdad?

El moreno suspiró, en ese momento Sussan tocó la puerta.

— Anthony, Rodhes debe descansar.

El castaño asintió y luego de masajear el hombro de su amigo salió con su mujer cerrado la puerta.

— ¿Tú estás bien? —. Preguntó ella de pronto.

Tony asintió restándole importancia, no tenía ganas de hablar.

Ambas esposas fueron a la iglesia para quedarse junto al padre, y de un minuto a otro todo quedó en silencio.

Su pie vacilaba entre el marco de la puerta, indeciso, mirando la completa oscuridad y luego el calor del cuarto, el frío de fuera, la luz de aquella casa.

Un pie afuera, un paso, dos, cerró la puerta.

Y se perdió en la noche.

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⏰ Última actualización: Apr 05, 2017 ⏰

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30 Noches. [Stony Au] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora