C I N C O

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C i n c o


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Sean Gene. Definitivamente no escuché mal.

Los labios de la dueña de Zeus deliraban la noche que se quedó dormida en mi auto. Ella murmuraba ese nombre con tal delicadeza, que me era imposible no preguntarme si ese chico tenía algo que ver con ella. No era una persona como cualquier otra.

Él era especial.

Los nudillos de mi mano derecha se tornaron blancos debido a la fuerza que ejercía sobre el volante, mientras que mi brazo izquierdo se recostaba sobre la puerta. Desde el espejo retrovisor podía observar como mi boca torcía una amarga y retorcida sonrisa. La primera vez que ví a la dueña de Zeus supuse que presentaría un gran problema si llegaba a ser parte de mi vida después de presenciar cómo vertía la bebida de un chico sobre su camisa blanca, en el diner de unas cuadras antes de llegar a casa. Claramente no pude ver la expresión del chico a ser víctima de la torpeza de Tarzán, pero estoy casi seguro que eso deseaba la persona que se encontraba de espaldas.

Una excusa para poder entablar una conversación.

Llevo mi mano hacia mi boca para ocultar una pequeña risita que se hacía presente. Era peor que una excusa barata.

Su sonrisa. Estoy seguro que cuando ella descubrió de quién se trataba la persona "accidentada" su sonrisa se tornó nerviosa y floja. Significativo de alguien enamorado. Pero ¿Qué tan especial era él? ¿Era Sean Gene? ¿Por qué era tan especial? Joder. Darle vueltas al asunto me ponía de los mil infiernos.

No sabía que tenía tantas preguntas en mi mente y todas con respecto a la patética parejita del diner. Todo esto era una completa mierda.

Tan pronto como llegué a la Universidad, aparqué mi coche y me encontré con un Mereall en la entrada principal, acompañado de un chico más bajo que él.

—Uh amigo, no sabía que tenías contigo a Destiny—dijo Mereall sentándose sobre el capó de mi auto.

—Desde hace dos semanas casi. ¿Qué te trae por aquí?

—Vengo hacerle compañía a Dion.—Se puso de pie de un salto y se dirigió hacia el chico, colocando su brazo derecho sobre sus hombros—Al parecer van a cambiar el mural del pasillo principal y están organizando todo. ¿Nos acompañas?

—Tengo clases—dije mientras les mostraba mi cuaderno agitándolo suavemente.—Nos vemos después.

Mientras subía las escaleras no pude evitar pensar en Mereall y en cómo, siendo tan diferentes, nuestra amistad ha perdurado con el paso de los años. Mereall puede ser un tipo bastante bromista si se lo propone, pero cuando se trata de escoger a sus amigos, siempre hace una buena elección. Tan pronto como llegó se hizo amigo de Tarzán y de su amiga con peinados extravagantes mientras que yo, he dedicado tiempo a visitar exposiciones de los escritos revelados de Platón y Aristóteles.

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⏰ Última actualización: May 28, 2022 ⏰

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La osadía de un corazón rotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora