6. Joshua

119 16 4
                                    

Habían pasado dos meses desde que Jihoon se fue y yo no dejaba de extrañarlo, era como si un pedazo de mi se hubiera ido con él. Tenía un montón de emociones mezcladas; tristeza, enojo, melancolía y no sabía cómo manejar mi vida, mis emociones. Todo se había vuelto tan seco en mí, que ni siquiera el tener calificaciones perfectas me alegraba, incluso Jeonghan me había invitado un par de veces a su apartamento, o simplemente a caminar por ahí pero no tenía ánimos, quería que respetaran mi sentir; quería estar solo.

Un día como cualquier otro estaba saliendo de mis clases con un temperamento más neutral que el de otros días, tenía que ser sincero; extrañaba las pláticas raras con Jeonghan, además de su penetrante mirada y... ¿por qué no lo había visto?, simple: porque él es como un fantasma que se aparece cuando se le da la gana, ni siquiera cuando se le invoca. ¿Debería buscarlo?, después de todo soy yo quien ha rechazado sus invitaciones.

Y como si de verdad lo hubiera invocado, Jeonghan apareció frente a mí, bueno..., no exactamente «apareció» pero si se distinguía bastante entre los demás por ese look tan peculiar, cuando levanté la mirada venía caminando hacia mí, "qué perfecta casualidad", pensé (pensamiento que de inmediato censuré de mi cabeza). No pude evitar sonreír, primera vez que sonreía después de mucho y esto era tan repentino que estuve a punto de anotarlo en mi libreta de acontecimientos trascendentes; «Jeonghan me hizo sonreír en medio de una justificada depresión, incluso sin tener intención alguna.»

Jeonghan me miró para mostrarme esa sonrisa tan... tan de él. —¿Por qué tan desaparecido, Josh? —Preguntó divertido mi amigo, esa forma de llamarme era bastante nueva y me alegraba su sonrisa porque creí que estaría enojado por aquellos rechazos.

—¿A dónde vas, Jeonghan?

—A ningún lado realmente... —Respondió encogiéndose de hombros— ¿y tú?

—Oh... creo que vamos al mismo lugar. —Traté de sonar casual.

—Si vamos al mismo lugar... entonces vamos a mi casa. —declaró sin intenciones de sonar gracioso -o así lo noté yo- tomó mi mano y me llevó con él sin preguntar dos veces.

—Pero... ¿qué haremos en tu casa, Jeonghan?, ¿cocinarás para mí? —Pregunté curioso y hasta emocionado porque la verdad moría de hambre.

—Tal vez. —Respondió medio desganado, Jeonghan daba miedo a veces -siempre-.

En todo el camino hacia su casa casi ni nos dirigimos la palabra. A pesar de que me traía del brazo como a un niño al que obligan a ir a algún sitio, ese silencio no era incómodo; Jeonghan era una persona que hablaba sin abrir la boca, ambos conversábamos de manera corporal y sin que suene raro... me gustaba nuestra forma de comunicación, tan fantasioso que soy a veces, lo sé.

Cualquiera malentendería una invitación de éstas; ir a la casa de tu amigo a quién sabe qué, pero... nosotros somos hombres heterosexuales que sólo se besaron una vez... no hay problema alguno, ¿o sí?

Callé a mi aturdida mente por un rato para reaccionar a lo que sea que fuéramos a hacer en ese bonito apartamento que contrastaba con la apariencia de mi amigo; era blanco, al igual que casi todos los muebles, todo estaba ordenado y pareciera como si una chica bastante sofisticada, además de ordenada viviera ahí. Lo recordaba muy bien, no habían cambios realmente, además me impresionaba lo limpio que era Jeonghan, todo lucía realmente radiante, sabiendo que el color blanco es uno muy difícil de mantener.

—Y bien... ¿cocinarás para mi, Han? —Le pregunté de una forma juguetona mientras dejaba mi mochila cerca del sofá, ¿y vieron? ya hasta le llamo con más confianza, tal vez si me hacía falta la compañía y quién sabe... tal vez luego le pondré algún apodo gracioso, ese cabello tan largo lo merece.

Spring Nicht [Seventeen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora