Capítulo 2; alma destructora y forastera

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Capítulo 2:
"alma destructora y forastera"

Haber aceptado aquella inusual propuesta podría derivar a dos extremos, uno malo o uno bueno. Por el momento no he definido cuál es.

Llevamos caminando con sigilo bajo la noche lóbrega de las afueras de San Francisco durante un rato. El moreno, Duncan, iba en medio, mientras que yo me situaba a su derecha, con las manos metidas en los bolsillos de mi característica chaqueta color vino, y con la mirada fija en mis gastadas botas de cordón y sin tacón.

La arremetida de mis pensamientos continúa, pero estaba tan acostumbrada a su tortuosa presencia. De igual modo, me hacían sentir menos sola.

Tal vez eso es lo que me impulsó a aceptar aquella propuesta. La soledad. Puede ser tan hermosa pero aterradora al mismo tiempo. Puede darte calma con su compañía, pero también logra ponerte los nervios de punta con el brote de la agonía y angustia.

-Siento haber usado mis poderes contigo -rompe el silencio Demeter-. Fue por precaución.

-Comprensible -concluí, dando a entender que no diría nada al respecto.

Acostumbré a no sentirme mal cuando la gente pone barreras o se asustan cuando ven una realidad a la que no estaban acostumbrados, o no la creen posible. Y es que también suelo atemorizarme de mí misma.

Cuando emergieron estos poderes me sentí una rata utilizada para experimentar. Creí que habían errado de persona, ya que, ¿por qué yo? No soy para nada especial, no destaco, ni tengo a nadie a quien proteger.

Desde siempre estuve sola. Desconozco quién es mi madre, pero sí sé quién es mi padre.

Hace algunos años una mujer me abordó en una de esas tantas noches desiertas invernales, un aura extraña la cubría, con el pasar del tiempo dejé de darle vueltas al sentimiento tan extraño que golpeó mi cuerpo. Ella me invitó a su hogar, era pequeño, pero cálido y acogedor. Me alimentó, incluso me regaló parte de su tiempo acompañado de una charla y sonrisas.

La charla se originó como un cuento narrado para los niños que no quieren irse a dormir y los padres, muy inteligentemente, deciden asustarlos con leyendas antiguas.

La historia abundó en donde una pequeña bebé veía la luz por primera vez, llenando de vida a la habitación, pero dejando su primer muerte detrás. La de su madre. Siendo ésta la primera, adentrándose a un camino de sangre derramada y cuerpos sin vida. Catalogada como el alma con el poder de destruir o salvar la tierra y todo lo que conocemos hasta la actualidad, gracias al don que se le otorgó en su nacimiento debido a su padre, el temible Rey de las tinieblas, el dueño de los no redimidos y sus pecados.

"Su calor interno puede ser devastador o armónico cuando surja, dependerá de ella en qué se convertirá, en lo que tú te convertirás."

Esa noche dormí en una de las camas que la mujer me ofreció, al momento de despertar la casa se encontraba abandonada, como si nadie la hubiese pisado en una buena temporada. Confundida y mareada salí de la vivienda, con la esperanza de encontrar algún rastro de aquella mujer de aura extraña. No por ella, sino para demostrarme que no estaba enloqueciendo.

No sucedió, por lo que me alejé de la estructura lo más rápido que pude.

-Faltan unos pocos metros.

Duncan, con su voz risueña habló en mi dirección. Se llevó un asentimiento de mi parte como respuesta. Perdí la noción de cuánto caminamos, ya que volví a ese día que de alguna manera me atormenta. Sólo sé que por el entorno, nos encontrábamos en las afueras de la ciudad, casi nadie se aparece por esta zona, es poco concurrida debido a que la mayorías de las estructuras fueron abandonadas hace años y a nadie le interesaba gastar su dinero en recomponer lo roto, ni siquiera por estar a unos metros del bosque.

Ojos de fuego azul: la hija de Hades. [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora