Ojos de fuego azul: la hija de Hades. [EN EDICIÓN]

Capítulo 7; doble salvataje

Capítulo 7:
"doble salvataje"

El viaje sobre el lomo del enorme lobo fue tan liberador como corto, Aria apenas notó cuando ya se encontraban a pocos pasos de la entrada de su lugar de estadía, y gracias a que nadie abandonaba las instalaciones, no hubieron ojos sobre ellos, ni siquiera en el momento que Bellamy desapareció para convertirse en humano nuevamente, pero la morena no alcanzó a tener un último encuentro con él, ya que otra figura masculina mucho más baja que el hombre lobo emergió de las altas columnas de madera que daban bienvenida al sitio, las cuales estaban talladas con jeroglíficos que la chica no podría identificar, pero que captaron su atención con facilidad, generando una descriptible curiosidad en ella.

Los ojos verdes del muchacho se centraron en ella, quien lo miró sin expresión en su rostro aunque por su cabeza pasara un gran cuestionamiento.

—¿Debería reportar que la protegida del momento está a las afueras del campamento?

—No lo sé, Derek —Aria contestó, monótona, permitiendo que sus facciones tomadas se notaran debido a la seriedad de su rostro—. ¿Deberías?

—Tal vez... —respondió el chico, pero internamente no creyó lo que dijo—. Pero solucioné todo para que no te entrometas en la misión, así que intenta no generar más problemas para mí, ¿Quieres?

Las palabras de Derek lograron que la mente de Aria sólo se enfocara en ello y la manera en la que parecía recibir un favor que no pidió, pero que también lo parecía para él. Sorprendida, dió un paso hacia el costado cuando la cabeza del semidios le indicó que atravesara las columnas escritas, lo cual hizo sin siquiera pensar en dónde estaría Bellamy, ya que no pudo volver a encontrarse con él, tampoco pensó en cómo sería aquello, por lo que se sintió aliviada de no tener que someterse a ese incómodo momento.

• • •

El sol se había puesto y Aria se encontraba merodeando por la roca en la que tuvo su primer encuentro con Lyra, internamente esperando encontrarla por allí, ya que no volvió a verla desde aquella mañana en la cabaña y no le molestaría tenerla cerca en ese momento. Pero para su infortunio, la chica de tez morena no se encontraba ahí. Por un momento, la pelinegra estaba a escasos segundos de emprender camino hacia el hogar de la chica, a pesar del horario, aunque no sabía si a su reciente amiga le apetecía verla.

Los días se le hacían eternos, especialmente cuando tantas personas la rodeaban, mientras que las profundas noches parecían irse en un chasquido, dejándola con sabor a poco. Sentía la penumbra emanar de ella, acariciándola con suavidad.

Con el tiempo comprendió que las horas de sueño no eran tan necesarias para ella, por lo que le permitió disfrutar más de su relajación en las penumbras, pensando que esa noche iba a ser más de lo que ya conocía, pero supo que no cuando sus pisadas se detuvieron al escuchar un golpe en seco. Intentó agudizar su oído en busca de algo más que no le hiciera creer que estaba delirando y no lo estaba porque volvió a oírlo.
La muchacha miró hacia todos sus ángulos, esperando encontrarse con alguien o algo que le diera respuestas de donde provenía el tosco sonido, pero no había nada. Pensó en ignorarlo por completo, aún así, su lado curioso no se lo permitió, por lo que sus pisadas fueron más suaves, casi que acariciando el césped bajo sus pies, cuando pudo identificar hacia dónde debía ir, dejándose llevar por el tercer impacto, dándole a Aria un indicio del lugar de proveniencia, el cual era hacia los altos pinos del lado contrario de la entrada al campamento.

Siguió caminando, dejando atrás cada una de las instalaciones, sin lugar a la duda, interesándose cada vez más al sentir el retumbar de los golpes más cerca de ella. Su cuerpo se inundó de desesperación cuando oyó un alarido, y si bien Aria no solía preocuparse por cualquier persona herida, ésta se sintió como un golpe en la cara, así que aceleró su andar, sin importarle el silencio y la precaución que había implantado en todos estos minutos, sólo caminó hacia donde cada sonido le indicaba.