Todo, absolutamente todo, cobró sentido cuando vi entrar por la puerta, aquella por la que mi padre se había ido y nunca había vuelto a entrar, a mi madre acompañada de un hombre, el Hombre. Alto, rubio, fuerte y ojos azules. Ella, bajita, morena, esbelta y ojos café. Yo había pasado toda la mañana sola en el comedor, mejor dicho, mamá me había dejado toda la mañana sola en el comedor. Mi madre llegó hacia el mediodía a casa, me dejó un biberón encima de mi mesa y se fue a su habitación acompañada, evidentemente, por aquel Hombre.
A duras penas logré alcanzar aquel frasco de plástico que en su interior contenía mi única comida en los últimos tres días. Alargué el brazo, estiré los dedos de la mano y conseguí hacerme con mi preciado objetivo. Estaba frío. Muy frío. Aquella mujer tan siquiera se había dignado a calentar mi biberón. Decidí hacer el esfuerzo y bebérmelo, pues no había otra opción. O bebía o, muy probablemente, no volvería a tener la ocasión de comer algo, fuera lo que fuera, hasta la siguiente semana, si mamá así lo deseaba. Probé aquel líquido blanco. Tenía un gusto extraño, muy diferente al que estaba acostumbrada. Giré mi cabeza y dirigí mi mirada hacia la cocina. Localicé de inmediato el recipiente de los polvos, la base de mi biberón, pero no conseguí divisar la otra parte fundamental de mi comida, el agua. Ni rastro de una sola botella de agua normal, únicamente aquella botella de vidrio propiedad de mi padre y de la cual bebía cada noche. Llegué a la conclusión que el sabor de aquel biberón era consecuencia del frío y del agua de mi padre, quizás todavía era demasiado pequeña para beber el agua de lo mayores...
Empecé a oír los ya conocidos gritos procedentes de la habitación de mis padres, con la importante diferencia que esta vez quienes gritaban no eran mamá y papá, sino aquella Mujer, que se parecía a mi madre, y aquel Hombre, que se parecía más a mí, ya que teníamos los mismos ojos y el mismo pelo, que a mi padre. Cuando los gritos cesaron ambos salieron de la habitación sin ropa, totalmente desnudos. Aquello me trajo bonitos recuerdos de cuando aquella Mujer todavía era mi mamá. La Mujer me señaló. El Hombre me miró y sonrió. Se me acercaron. Él me cogió en sus fuertes brazos. Vi que de sus ojos empezaron a salir lágrimas y de su boca una gran sonrisa. Creo que aquel hombre me quería, estoy convencida que me amaba como si yo fuera su hija. Le miré, volví a observar sus ojos azules, él observó los míos, volví a fijarme en sus cabellos de oros, él se fijó en los míos. Amarillo. Dorado. Ojos. Cabello. Aquel Hombre y yo. Todo empezaba a cobrar sentido en mi joven mente.
Empezaba a comprenderlo todo, el biberón, el pelo, los ojos, mi madre, mi padre, la Mujer, el Hombre, todo, absolutamente todo ahora tenía sentido. La huida de mi padre, la llegada de aquel Hombre que me sostenía en sus brazos como haría un verdadero padre. Sentido. Significado. Importancia. Reacción. Los causantes de todo aquello éramos aquel Hombre y yo. La cabeza empezó a dolerme muchísimo, el biberón estaba vacío. Sin más, me dormí.
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OJOS DE BEBÉ
Short Story"Ojos de Bebé" narra los últimos días de una pequeña familia y todos los problemas que sufre ésta, al parecer, por culpa de su hija. #WattQuality