V. Papá. Mamá. El Hombre. Yo.

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Unos fuertes chillidos me despertaron. Una vez más me vi envuelta por aquella horrible oscuridad. Los gritos no cesaban. El Hombre gritaba. La Mujer gritaba. Desesperación. Miedo. Terror. No podía ver nada, únicamente podía dejarme guiar por mis oídos. El miedo y el terror también me invadieron. ¿Qué es lo que estaba sucediendo? Los gritos no eran los mismos de siempre, aquellos gritos transmitían temor, angustia, preocupación. ¿Qué es lo que temían? ¿A quién temían?

Aquella Mujer calló, ahora solo oía sollozar y suplicar a aquel Hombre. ¿Por qué sollozaba? ¿A quién suplicaba? La puerta de mi habitación se abrió. Me quedé petrificada, aterrorizada. Abrí los ojos y vi entrar por la puerta a mi madre. Me cogió en brazos, llorando, y me besó fuertemente. Aquella mujer volvía a ser mi mamá, seguramente demasiado tarde, pero volvía a ser ella. Me susurró palabras ininteligibles, al menos para mi. Oí un fuerte ruido y los gritos de aquel Hombre cesaron de inmediato. Mamá me abrazo con todas sus fuerzas y salió corriendo de mi habitación. Pude ver el cuerpo de aquel Hombre durmiendo en el suelo encima de una mancha roja que no logré identificar. Me llevó hacia la cocina y me dejó sobre la encimera. En el comedor pude observar la silueta de un hombre, esa manera de andar me era muy familiar pero no pude recordar a quien pertenecía. Mamá se fue hacia el comedor. Se arrodilló ante aquella silueta. Suplicó. Lloró. Gritó. Podía ver la desesperación encarnada en la figura de mi madre. El hombre de la silueta la hizo callar. Ella obedeció y le besó la mano en señal de sumisión y devoción. Mamá me señaló. Nuevamente se puso a llorar. Aquel individuo le endosó un ruidoso manotazo que a le hizo perder el equilibro a mamá y caerse al suelo. Momento que aquel sujeto aprovechó para tirarse encima de mi madre. Levantó el brazo, con un objeto puntiagudo en la mano. Miró a mamá. Bajó rápidamente el brazo e introdujo aquel objeto en el cuerpo de mi madre. Ella, igual que pasó anteriormente con el Hombre, calló de golpe y permaneció en total silencio. Aquel individuo levantó de nuevo el brazo. Lo bajó y le clavo el punzante objeto a mamá. Levanto el brazo. Clavó el objeto. Levantó el brazo. Clavó el objeto. Volvió a levantar el brazo y le clavó aquel objeto a mamá por última vez. Me pareció ver que aquel individuó beso a mamá y se puso a llorar.

Se levanta. Mira el cuerpo de mamá inmóvil en el suelo. Mira la cocina y empieza a andar. Se dirige hacia mi. Traviesa la puerta de la cocina y, por primera vez, le puedo ver el rostro. Es papá. Igual que hizo aquel Hombre cuando me vio por primera vez está llorando, pero él no llora lágrimas, llora gotas sangre. Se para. Ve su botella de agua y de un trago la vacía. Saca algo de su bolsillo, creo que son pastillas, y se las come. Mira el techo. Mira el suelo. Reanuda su marcha.

Mi madre no me mira, seguramente porque no me ama, pero es algo que no sé y que nunca podré saber porque este individuo, mi padre, se dirige hacia mí con un maldito cuchillo manchado de sangre. Papá. Mamá. El Hombre. Ahora es mi turno. Yo soy la siguiente.

OJOS DE BEBÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora