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Me mordí el labio para no reírme y rápidamente le quité el seguro a la puerta para dejar entrar a un Luke con los ojos como platos.

No pude aguantar más y dejé escapar una carcajada que no muy después fue seguida por él, aunque por la opacidad de sus ojos supe que no era del todo sincera.

Después de varias risas más, traté de estar serio y lo observé con bastante detalle, hasta que me di cuenta de que probablemente lo estaba incomodando. Aparté la mirada y esperé a que hablara.

-Sé que me vas a decir que debo hablar con un maestro, a lo que responderé que ya traté, evidentemente sin éxito. A esos imbéciles se les ocurrió llegar justo cuando iba a hablarle a una profesora, y me alejaron de ella diciendo que me necesitaban en el laboratorio de química-negó con una sonrisa llena de dolor, que hacía notar más el pequeño aro negro incrustado en su rosado labio inferior.

Levantó la vista y me vio con sus ojos llenos de lágrimas, y en un susurro casi inaudible volvió a hablar-. Ya no se que hacer, Michael. Y de lo otro...-se movió incomodo en su asiento mientras se limpiaba las crecientes lágrimas en sus ojos-no se que me pasa...y...no quiero que me pase.

Me llevé una sorpresa. ¿A qué se refería con eso?

-¿Qué?-fue lo único que salió de mis labios.

Pero cuando abrió su boca vi su labio temblando y en contra de sus grandes intentos de no hacerlo, en ese momento se derrumbó. Tapó su cara con las palmas de sus manos y su espalda empezó a moverse acorde a sus sollozos.

Y ahí estaba yo, a su lado, sin tener la menor idea de qué hacer. Nunca se me había dado bien reconfortar a la gente, y menos en situaciones así. Lo único que se me ocurrió fue pasar mi brazo por sus hombros y ofrecerle mi pecho como un refugio.

Los siguientes minutos en que le dejé desahogarse todo lo que quisiera, traté de pensar en algún plan para terminar todo el asunto de los matones. Y tal vez, luego de eso, pedirle un chance...pero eso ya era soñar mucho.

Lo primero era más importante. Por más que en ese momento quisiera declararle todos mis sentimientos, porque sabia que él de algún modo sentía lo mismo aunque no lo aceptara, sabía que no era el momento adecuado.

Negué con mi cabeza y volví a concentrarme en lo otro. ¿Amenazarlos? No podría intimidar ni a un niño de seis años. ¿Golpearlos? Por numero me ganarían...¿Acusarlos? Eso solo le daría más problemas a Luke...

Sentí como el rubio levantaba su cabeza de mi pecho, y sin ni un segundo para dejarme procesar sus movimientos, estampó sus labios contra los míos.

Me quedé petrificado y medité por varios segundos si debería cerrar mis ojos o no, aunque claramente al final cedí y los cerré, disfrutando el sabor de esos labios que tanto había soñado con tocar.

Creía que todo era un sueño. Un sueño que realmente me asustaba.¿Qué pasaría si se alejaba y decía lo asqueroso que había sido? ¿Y si me decía que todo había sido una broma o un reto que le habían puesto?

Me reprimí mentalmente y me dejé llevar. Lamentablemente, mi placer duró poco. Tomando control de la situación por completo, el oji-azul se alejó y en sus ojos noté el mayor miedo y pánico que había notado en cualquier otra mirada.

Me volteé para ver lo mismo que él veía fijamente, petrificado. Dos de sus amigos, los más grandes y notablemente seguros de si mismos-En exceso, diría yo-reían a carcajadas y se masajeaban sus nudillos emocionados, listos para darnos una buena paliza.

Justo cuando creí que nada podría de hacer la situación peor, al voltear a ver a Luke, cuyas lágrimas ya habían superado la barrera de sus parpados, vi detrás de él a un chico con frenillos, mordiéndose sus labios de manera repugnante mientras con sus manos escuálidas sostenía un celular.

Nos había grabado. El arma para destruirnos a ambos estaba en ese pequeño aparato.

Get into my car || muke au [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora