Capítulo 1

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Un ruido insoportable me despierta. Son las siete de la mañana, apago el despertador. ¿Cómo no se me ocurrió desactivarlo sabiendo que hoy era sábado? "pero que cabeza tienes Ashley". Muy perezosa me levanto de la cama y bajo a la cocina para ver que puedo desayunar. Sé que debería seguir durmiendo pero una vez que me despierto no me puedo volver a dormir. Me hago un bol de cereales con leche y me lo tomo tranquilamente hasta que veo una pequeña cabecita asomada en la puerta de la cocina:

- Hedmana, ¿Qué hacez levantada a eztaz hodaz?- me dice Jaden bostezando.

- Anda ven aquí pequeñajo. ¿Quieres cereales?- le digo enseñándole el bol.

- Zi, pero... tú me loz hacez.- dice señalándome la nariz con su diminuto dedo.

- Hecho, podría hacértelos todos los días de mi vida.- digo haciéndole cosquillas.

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Ya son las once y media y por fin se decide a aparecer mamá, yo ya vestida y decidida a salir un rato le digo:

- Mamá, voy a salir un rato ¿vale?

- Vale, pero te quiero aquí antes de las dos y...

- Si si, no te preocupes.- digo dándole un beso en la mejilla - Adiós Jaden.

- Adióz hedmanita.

Por fin en la calle me dedico a ir a mi heladería preferida que está en la esquina de mi urbanización. Mi querida heladería lleva mis colores favoritos y me encanta su estructura, es parecida a una de esas casas de Canadá, tipo cabaña de madera que parece pequeña y tétrica por fuera pero es espaciosa e increíble por dentro. Por fuera tiene aspecto de casa vieja y da repelús pero por dentro es de colores muy vivos, y aunque su aspecto por fuera no atraiga mucho, los de la urbanización lo conocemos perfectamente y por ello se ha hecho muy famoso este local. Sus principales colores son el azul cielo y el verde hierba, me recuerda a un campo plagado de vegetación, hay mesas con sillones de esos colores, mesas redondas con sillas o mesas altas con taburetes, tambien hay dos sofás muy grandes, uno a cada lado de la entrada, todo es azul y verde. Pero lo que más me gusta de este local, cómo no, son los helados, hay gran cantidad de sabores y colores y olores (siempre he sido muy sensible con los olores, por ejemplo, cuando alguien fuma me mareo enseguida), se me está haciendo la boca agua. De momento, me está encantando mi día. Hace un día un tanto soleado y refrescante por la brisa, es de esos días en los que te apetece estar sola y disfrutas de esa soledad, de esos días en los que me inspiro para dibujar y me sale todo bien, o también puede salir mal la cosa... Cuando entro saludo a los camareros que me suelen ver a menudo y me conocen, me dirijo hacia la mesa donde me siento habitualmente, pero está ocupada por un chico moreno. Tiene la cabeza gacha, al parecer examina su helado, con la cuchara de plástico hundida en éste y al notar mi presencia, levanta la cabeza de su sitio, tiene unos ojos azul marino, noto que se me acelera el corazón y me dice:

- Por fin llegas, tenemos que hablar

- Co...conmigo, ¿acaso nos conocemos?, bueno, da igual, te habrás confundido, lo siento, me voy a otra mesa- digo algo avergonzada. Para qué me habré acercado, seré tonta, y encima con éste careto de despistada. Cuando me giro para buscar otra mesa veo que están todas ocupadas...

- Vaya, parece que no tienes sitio... ups perdona, -dice tapandose la boca con las manos, como si fuera una niña pija- si que hay un sitio, delante de mi, por si no te habías dado cuenta- me dice con una sonrisa y las cejas levantadas- No me conoces, pero me conocerás. Ven, siéntate. Me llamo Félix Anderson y tengo que decirte una cosa...(silencio)- me siento enfrente suya.

El Bosque De Los Objetos MisteriososDonde viven las historias. Descúbrelo ahora