Un día Penelope fue a la gran ciudad a una entrevista de trabajo y por casualidad del destino Juan José la llamo, y le dijo que estaba por allí cerca, él le propuso verse, Penelope lo pensó un instante y como si su inconsciente hablara por ella, le dijo que sí.Quedaron en encontrarse en un hotel donde él se hospedaba, faltaban dos horas para su encuentro, cuando la llamo.
Penelope había soñado con ese encuentro desde hace varios meses, tenía tantas expectativas de cómo iba a ser, su reacción cuando lo estuviera cerca y el comportamiento de sus instintos de mujer.
Mientras recorría la ciudad para dar tiempo de que saliera de su conferencia, no veía nada, solamente sentía su corazón agitado y temeroso, el cual, latía y latía.
Los minutos se hacían horas y las horas siglos, empezó a sudar cuando recibió la llamada de Juan José, en la cual le decía que lo esperara frente al hotel.
Prendió un cigarro que se lo fumo con desesperación para calmar sus nervios. La duda de hacerlo o no, la atacaba insistentemente.
Cuando lo vio su corazón volvió a latir con fuerza y su rostro enrojeció a consecuencia del pudor que todavía le quedaba. Al tenerlo cerca él la beso en su mejilla con dulzura y la condujo al hotel.
En el ascensor la mente de Penelope estaba en blanco, se encontraba en shock, cuando reaccionó estaba dentro de la pequeña sala que tenía la habitación. Juan José la invito a sentarse en un cómodo sillón, le ofreció un vaso de agua que ella tomo con desespero para aplacar su garganta seca.
Hablaron por algunos minutos, recordando cual fue la última vez que se vieron, ella contestaba como una autómata. Penelope trataba de verse lo más relajada posible, pero su yo interno tenía una lucha entre irse y disfrutar del momento. En ese momento Juan José se paró frente a ella y extendió sus grandes manos alzándola, su respiración al comienzo empezó despacio a causa de los deseos aun insatisfechos, su corazón palpitaba como al final de un maratón de pasión.
Él la rodeo por la cintura con sus fuertes brazo y la atrajo hacia su pecho, inclinándose para encontrarse sus bocas en un suave beso.
Penelope sintió que todos sus instintos de mujer empezaron a florecer con la misma fuerza con que habían sido guardados.
Su boca cubría la suya y su lengua saboreaba la de ella, convirtiéndose en un beso apasionado, al que respondió con la misma intensidad. Había pasado segundos que para Penelope le pareció una eternidad envuelta en una deliciosa brisa y abrumadora variedad de sensaciones.
Su cuerpo experimentaba una metamorfosis que hacía años que no sentía, todo le temblaba de ansiedad, un suave calor emanaba de sus entrañas, el cual hacia humedecer su fuente de pasión. La excitaba batallar aquella lucha,
Con una intensidad descontrolada, solo le hizo desear un objetivo; hacer que al fin se sintiera por él saciada.
Con su gran estatura la alzó, ella rodeo con sus piernas su cintura, y la llevo para el cuarto donde la poso frente a la inmensa cama que sería la gran escena de pasión y lujuria.
Mientras la bañaba de besos, le iba quitando su ropa lentamente, Penelope estaba en una nube que se dejaba guiar por la dulce brisa del placer. Ya no sentía miedo ni dudas, solo respondía a lo que sentía en ese momento. Temblaba de pasión contenida y empezó a hacer lo mismo, primero desabrochando su camisa, en la cual cada botón que sacaba la enloquecía, solo al ir descubriendo su pecho desnudo, luego su correa y por ultimo su pantalón.
En la oscuridad de esa noche cerrada, su cuerpo como la luna brillaba y como un astro que iluminaba el placer que él le promocionaba.
El cuerpo de ambos estaba como leños de fogata, alimentándose así de las llamas que la lujuria los quemaba, su miembro estaba sediento de placer, eso lo demostraba, solo al verlo.
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