16. Love Will Remember (Platónico 2)

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El ahora es todo lo que tenemos
Y el tiempo no se puede comprar

La rubia que a sus 23 años seguía midiendo tan solo 1 metro con 52 centímetros, corría por la gran ciudad de Nueva York, apurada y con dos cafés en sus manos, tratando de no tirar ni estos ni su bolso, sin importarle ni un poco a quien empujaba en su trayecto. Alguien igual de apurado que ella pasó a su lado ocasionando que ella apretara uno de los cafés y por consiguiente, que se quemara por el contenido que ahora chorreaba en su mano.

—Mierda.— susurró con frustracion.

—¡Lo siento!— Escuchó que alguien le gritó.

No podía culparlo o enojarse con él, después de todo ambos llevaban prisa.
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Suspiró y una vez que tomó su equipaje, caminó fuera del aeropuerto.

En el momento en que el clima helado de Nueva York golpeó contra su rostro, una sonrisa se formó en él. Lucas siempre había preferido la calidez del sol, pero sabía del favoritismo por el clima frió de cierta rubia.

Durante todo el vuelo no pudo dejar de pensar en todo un poco. No pudo evitar pensar en lo que dejó ahí hace no más de 5 años. No pudo evitar pensar en aquella chica  rebelde que solía volverlo loco cuando era apenas un chiquillo y por supuesto no pudo evitar pensar en que por más que trató de olvidarla, no lo había logrado.

Sacudió la cabeza ligeramente saliendo de sus pensamientos y con la mente más despejada le hizo la parada a un taxi que lo llevaría a su próximo destino.
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Después de su jornada de trabajo, Maya había quedado en ir a casa de Zay a comer. Habían hecho su propia costumbre el comer juntos cada viernes y platicar sobre su semana, entre otras cosas.

A Maya le encantaba pasar tiempo con Zay, era como un respiro del trabajo y prácticamente un descanso de todo, el poder hablar con Zay con su relajada vibra. El moreno lograba poner de buenas a la chica incluso en sus peores días. Para Zay no era diferente, la ojiazul se había vuelto una persona muy importante para él, por eso los viernes eran de sus días favoritos de la semana.

Maya era como la hermana pequeña que nunca tuvo y la quería mucho. Se contaban todo... O bueno, casi todo, pues Zay prefirió omitir una información que bien podría afectar a Maya.

Después de haber terminado con la comida y que Zay le contara a Maya que se había quedado sin papel en el baño del trabajo, consiguiendo una limpia carcajada de la chica, el timbre del departamento del moreno los interrumpió en su agradable charla.

Maya frunció el ceño dejando de reír pero aún con una expresión divertida, mientras que Zay no sabía que hacer pues muy a su pesar, creía saber quien era.

—¿Esperas a alguien?— preguntó la rubia, quien al solo recibir una mueca que parecía entre una afirmación y un asentimiento de culpa, siguió hablando.— ¿Quién es? ¿Es por eso que has estado tan raro toda la tarde?— preguntó aún con diversión en su voz.

Zay no alcanzó a responder nada cuando Maya ya se había parado y se dirigía hacia la puerta. El timbre volvió a sonar en el departamento. El moreno trató de alcanzarla antes de que algo terrible pasara.

—¡Maya, espera!— Pero la rubia ya se encontraba abriendo la puerta.

Sé dentro de mi corazón
El por siempre va a ser por siempre nuestro
Incluso si tratamos de olvidar
El amor lo recordará

|One Shots|•Lucaya•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora