El alboroto que habían montado mis compañeras de cabaña llamó la atención de los demás. Moira entró abriéndose paso entre la gente, hizo un gesto y a los segundos dos chicos me cogieron y me tumbaron en una camilla. Lo más rápido que pudieron me llevaron a otra caseta mucho más pequeña, la enfermería.
Los dos chicos se fueron y otro entró. Era el chico que me había ignorado en el comedor la noche anterior.
-Me llamo Draven y soy el curandero-
- Yo soy...- Antes de terminar la frase me cortó.
- Si, ya sé quién eres. Todos lo sabemos.-
Su contestación me dejó descolocada. ¿Acaso había hecho algo malo? Se dio la vuelta y me fijé en su espalda. La camiseta negra que llevaba se pegaba a su piel y marcaba sus músculos. Abrió un armario del que sacó gasas, agua y lo que supuse que era alcohol y comenzó a limpiarme la pierna llena de sangre. Se sorprendió al ver la herida cicatrizada. Curioso, la observó desde distintos ángulos y me tocó en varios puntos preguntándome seguidamente si me dolía. Yo respondía que no aunque recordaba perfectamente el dolor punzante que sentí por la noche. Mucha de la sangre estaba ya seca, asique costaba más quitarla. Mientras me frotaba la pierna con una gasa impregnada en agua, le observaba. Sus ojos eran marrones muy oscuros. Tenía la piel de un color tostado, pero no estaba segura si era así o era por la radiación del sol de verano. Su pelo era igual de oscuro que sus ojos, incluso más, y lo llevaba recogido en un moño no muy grande.
-¿Qué?- dijo, enarcando una ceja, al darse cuenta de que le miraba.
Le mantuve la mirada mientras pensaba en algo ingenioso que decirle pero enseguida aparté la vista de él y no me molesté en contestarle. Llamaron a la puerta y apareció la chica que estaba sentada con él en el comedor.
-Hola- dijo con una media sonrisa.
Se acercó a nosotros y dejó en un extremo de la camilla mi mono doblado. Se llamaba Aisha, o eso ponía en su mono. Era una cabeza y media más bajita que yo. Tenía el pelo de un tono rubio cenizo y rizado. Sus ojos eran grandes y tenía un color verdeazulado con tonos de grises dibujando líneas en su iris.
-Vístete, fuera te esperan-
Ambos se alejaron y se dieron la vuelta, pero no salieron. Me quité la camiseta con la que había dormido de una forma estratégica para que se me viera lo menos posible. Se suponía que no me estaban mirando pero aun así me daba vergüenza. Mientras me vestía, intentaba escucharles. Parecía que tenían un buen tema de conversación ya que se reían mucho. En ese momento me dieron envidia. Debían ser muy buenos amigos.
Cuando terminé de vestirme me di la vuelta y les pillé analizándome de arriba a abajo. No pude evitar sonrojarme y sentirme molesta. Con rapidez les di las gracias y salí de la cabaña.
-¡Espera!- se apresuró a decir Draven.- Tienes que ir a entrenar, anda recto tres casetas y gira a la derecha cuando llegues al tótem.
Miré a mí alrededor y todo el mundo estaba haciendo algo. Comencé a andar siguiendo las indicaciones que el curandero me había dado y llegué a la cabaña de entrenamiento. Allí estaba Moira con varios alumnos. Me incorporé al grupo. Todos parecían muy ilusionados y me contagiaron ese positivismo que tenían.
-Supongo que no sabéis por qué estáis aquí, pero la mayoría se lo puede imaginar ¿No?-
Algunos asintieron, y otros – yo entre ellos- no estábamos muy seguros.
-Vais a tener que someteros a ciertas pruebas contra vuestros compañeros de Triángulo, con el fin de entrenaros para la prueba final. Esta consiste en pasar una serie de exámenes prácticos y psicológicos con ayuda de tres personas más, con la condición de que estas sean de otros Triángulos. Por tanto, tendréis que saber trabajar en grupo y unir vuestros conocimientos para poder pasarlas. No obstante, aunque pertenecéis al Triangulo del Fuego, también seréis entrenados para poder soportar mínimamente las pruebas de Agua, Tierra y Aire.-
- ¿Y si no lo conseguimos?- preguntó la chica de mi derecha.
Justamente estaba haciéndome esa pregunta.
- Si no lo conseguís, podréis elegir entre saliros del Triángulo y probar en otro, quedaros para pasar una vez más la prueba o renunciar a esta realidad, lo que conllevaría un borrado de memoria inmediato.
El positivismo que antes se respiraba en el ambiente se había convertido en preocupación. Teníamos la presión de tener la obligación de hacerlo todo perfecto, pero ahora más que nunca estábamos dispuestos a intentarlo.
Cuando la decana terminó de hablar, apareció un grupo de instructores. Todos ellos eran chicos y chicas por lo menos 2 años mayores que nosotros. Había un instructor por cada principiante, lo que me alivió. Si nos hubieran puesto por grupos pequeños, el instructor perdería el tiempo buscando los puntos flojos de todos y eso conllevaría a un peor entrenamiento general. Solo esperaba no tener demasiados puntos débiles.
Mi instructor se llamaba Logan pero lo llamaban Lowe aunque nadie sabía por qué. Era igual de alto que Draven, pero tenía más cara de niño pequeño. Sus ojos eran marrones, con la luz se veían muy claros y con la oscuridad muy oscuros. Al sonreír se le formaba un pequeño hoyuelo en la mejilla derecha que acentuaba la juventud de su rostro.
-Tírate al suelo.- me ordenó- Boca arriba.
Le obedecí. A continuación se puso encima de mí, con una rodilla a cada costado apoyando todo su peso sobre mi abdomen y me agarró las muñecas con fuerza.
-Escapa.-
-¿Q-qué?-
-Que escapes.-
Me quedé quieta pensando en alguna táctica para poder librarme de él, pero me tenía bien atrapada.
-¿A qué esperas?- se rió
Sacudí mi cuerpo con toda la fuerza que pude pero a él le hubieran hecho más efecto unas cosquillas. Dejé de resistirme y el pareció complacido.
-A finales de semana podrás librarte del agarre de cualquiera.- dijo medio sonriendo.
Después de eso estuve 2 horas haciendo series de abdominales y sentadillas. A pesar de que me cansé enseguida, Lowe estaba contento con mi rendimiento. Teníamos que empezar a trabajar mi forma física lo antes posible pero por primera vez en todo el tiempo que llevaba allí, me sentí realizada conmigo misma.
Cuando terminamos el entrenamiento, fuimos al comedor juntos. Al poco tiempo se nos unieron Draven y Aisha. Aunque el primer día se separaron de la multitud, parecían ser muy sociales, por no mencionar que todo el mundo que pasaba por nuestro lado se paraba a saludarles. Era algo bastante lógico ya que nadie quería tener a sus curanderos enfadados.
El tiempo se pasó demasiado rápido mientras comíamos. Todo el mundo empezó a irse del comedor y los relatos de mis acompañantes se vieron interrumpidos por un grupo de limpiadores que querían realizar su trabajo.
Por suerte Lowe me dio la tarde libre, sin embargo me advirtió de que muchos de los días de entrenamiento iba a tener hasta que trasnochar. La idea no me hizo mucha gracia pero era lo que debía hacer.
Me estaba yendo cuando alguien me tiró del brazo.
-Quería disculparme por lo de antes, no era mi intención hacerte sentir incomoda- dijo Draven.
-No pasa nada.-
Sinceramente, ya ni me acordaba de eso, aunque cuando lo mencionó me volví a sentir un poco abochornada.
-Como compensación te voy a dar una sorpresa. Hoy. Medianoche. Enfermería.-
-¿Cómo sé que puedo confiar en ti?-
-Ven y averígualo.-
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Elements.
Ficción GeneralPor mucho que alguien guarde un secreto, al final acaba saliendo a la luz.