Capítulo 5.

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Quedaban 5 minutos para que el reloj marcara medianoche. Salí de la cabaña intentando hacer el menor ruido posible y me dirigí a la enfermería. Cuanto más andaba, más me arrepentía de haber ido.

La enfermería estaba a oscuras, pero desde la ventana se veía perfectamente el reloj que estaba colgado en la pared. Era medianoche.

-¡Que puntual eres!- dijo alguien a mi espalda.

Me asusté y giré violentamente. Su sonrisa delataba lo graciosa que le había parecido mi reacción.

-Será mejor que nos demos prisa- dijo comenzando a andar.

Tardamos unos 20 minutos en llegar a la verja del campamento. Era tan alta que desde allí abajo no se distinguía su final. Draven abrió una puerta que estaba perfectamente oculta entre la maleza. Aquella puerta daba al bosque .Un escalofrío me recorrió la espalda y retrocedí. De repente, varios fragmentos de la noche que pasé en el bosque (la cual estaba intentando olvidar), volvieron y no eran recuerdos muy agradables.

Cuando me quise dar cuenta, Draven, ya iba unos metros por delante de mí. ¿Cómo podía andar tan rápido? Mientras intentaba alcanzarle prestaba mucha atención al suelo. Era un camino irregular, en muchos tramos las raíces de los árboles sobresalían y más de una vez casi me caigo de boca contra el suelo. Me impresionaba la facilidad que él tenía para moverse entre tantos obstáculos. Era obvio que ya había hecho este camino varias veces.

El curandero se paró y apartó varias ramas que impedían el camino. Parecía que me iba a esperar, pero cuando me acerqué soltó las ramas. Estas me golpearon en la cara y el río. Me las aparté lo más rápido que pude y fui a por él, pero ya no estaba.

En ese momento sentía vergüenza y rabia. Me di la vuelta y me plantee volver al campamento pero no sabía. No me había fijado lo suficiente en la ruta que seguíamos. "¿Por qué habré venido?" me repetía una y otra vez. Lo que más rabia me daba era tener que admitir que, sin Draven, estaba muy perdida.

-Te estas confundiendo de dirección- dijo cogiéndome del brazo y dirigiéndome hacia la dirección correcta.

Esta vez no se adelantó y se quedó a mi lado. Seguimos andando en silencio, como habíamos hecho durante todo el camino.

-¿Siempre eres así?- Pregunté rompiendo el silencio.

- Así ¿Cómo?-

Parecía que mi pregunta había despertado su curiosidad y se paró a observarme. La tenue luz de la luna le hacía parecer más joven de lo que era y me quedé embelesada mirándole. El embelesamiento duró el tiempo que tardé en recordar lo que me había hecho minutos antes.

- Así de irritante- contesté tajante.

Llegamos a lo que parecía ser un callejón sin salida, el camino no seguía y yo solo veía vegetación. El ambiente estaba tan cargado de humedad que a ratos costaba respirar. Draven no paraba de susurrar frases que, por mucho que lo intentaba, no lograba escuchar. Poco a poco, el muro de vegetación que teníamos delante, comenzó a derribarse por el centro, formando un arco perfecto. Me quedé boquiabierta.

-¿Qué acaba de pasar?-

El leve hilo de voz que salió de mi boca fue una prueba de lo asombrada que estaba.

-El irritante ha hecho magia- dijo Draven con un tono más bien arrogante.

- ¿Qué pasa? ¿Te tengo que dar las gracias?-

Él suspiró, puso sus ojos en blanco y me cogió de la mano. Extrañamente el tacto de su piel y el calor que desprendía ésta me tranquilizaban. No pude evitar sonreír cuando bajé la mirada y vi su extensa mano rodeando mis finos dedos. Al pasar por el arco, este desapareció y se convirtió de nuevo en un espeso muro de vegetación.

Lo que teníamos enfrente provocó que contuviera el aliento durante varios segundos. La tierra se hundía unos pasos más adelante de nosotros formando una descomunal laguna. El agua era de un color negro muy intenso y brillaba gracias a las luciérnagas que bailaban encima de ésta. Me desasí de su mano y fui directa a tocar el agua. No sabía que me impulsaba a ello pero de pronto se convirtió en una necesidad. Ansiaba por meterme y nadar en aquellas aguas que parecían susurrarme que lo hiciera. Empecé a quitarme los zapatos sin poder apartar la mirada de la laguna. Oía a Draven gritar mi nombre pero sonaba muy lejano. Cuando me quise dar cuenta ya me había alejado bastante de la orilla pero unas voces me decían que siguiera, que no me parara allí, que tenía que llegar hasta el centro de la laguna. Las hice caso porque en ese momento me pareció que tenían toda la razón del mundo. En mi cabeza , ellas (las voces), tenían la mayor prioridad. Segundos después llegué. Dejé que mi cuerpo se hundiera. No tenía fuerzas para oponerme a aquello que me llevaba a lo más profundo. Cuanto más me sumergía, más notaba la presión del agua en mi cuerpo. El dolor se intensificaba cada segundo que pasaba. Estaba perdiendo vitalidad, la vida se me estaba escurriendo de las manos y lo peor es que era consciente de ello y no hacía nada por impedirlo. Aquellas voces, que al principio me susurraban, estaban pidiendo mi muerte a gritos. El poco aire que me quedaba en los pulmones estaba desapareciendo.

El dolor que sentía era insufrible. Solo quería morir de una vez y que todo aquello se acabara. Pero yo no podía permitirlo. No podía dejarme morir de aquella manera. Yo era más fuerte que aquellas voces que me habían arrastrado a la oscuridad. Lo único que tenía que conseguir era que desapareciesen y para ello dejé la mente en blanco. Poco a poco se fueron extinguiendo. Cuanto más débiles se hacían ellas, más fuerte me volvía yo. Ahora que había recuperado un poco de vitalidad y ya no estaba tan débil, me sentía preparada para empezar a luchar contra la presión que ejercía el agua sobre mí. Sin embargo, las profundidades de la laguna estaban tan oscuras que era incapaz de salir de allí sola. De repente apareció una criatura que sin pensárselo dos veces me enroscó con su cola, me subió a su lomo y agitando sus gigantescas alas bajo el agua, consiguió sacarme a la superficie.

Cuidadosamente, la criatura – más tarde supe que era un dragón- me dejó en la orilla de la laguna. Draven estaba allí mirando muy concentrado al dragón. No parecía nada sorprendido por verle, o por lo menos no tanto como lo habría estado yo en condiciones normales. Al contrario, se le iluminaron los ojos cuando le vio aparecer. Soltó un suspiro de alivio y su cuerpo- claramente en tensión- se relajó.

El dragón se acercó a Draven, él acarició su cabeza y éste complacido se fue. Yo observaba la escena y comprendí que gracias a él estaba viva. El curandero se sentó a mi lado alzándome la cabeza y colocándola en sus piernas. Intentó apartar los mechones de pelo que caían por mi cara pero alcé mi mano y se lo impedí. Ahora eran mis finos dedos los que rodeaban su extensa mano.

-Gracias - susurré antes de cerrar los ojos.  

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⏰ Última actualización: Aug 03, 2016 ⏰

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