¿Cómo he podido llegar hasta aquí?

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Miré a mi alrededor, "mierda, mierda, mierda" pensé. ¿Dónde me había metido? Estaba en el baño de los chicos y digamos que no era una situación muy agradable. Un hombre me miraba desde lejos con los ojos como naranjas y la boca medio abierta, mientras que un padre le decía a su hijo de unos 5 años como de mal estaba la juventud de hoy en día. Si antes estaba roja, ahora parecería un tomate andante con piernas largas.

Mis sentidos me indicaron que me escondiera dentro de un baño deprisa y así hice, y gracias a eso, tuve unos instantes para reflexionar. —Vale – me dije – recopilemos: estoy encerrada en un baño de chicos, mientras que afuera me está esperando Víctor, ¡qué puedo hacer! Lo mejor sería esperar hasta estar segura de que se hubiese marchado, y transcurrieron las horas. Como no, no llevaba reloj, y mi móvil se había muerto, así que no fue hasta que anunciaron de que el centro comercial cerraba cuando salí.

La verdad es que la escena tenía toda la pinta de la típica película de comedia, pero no le di importancia y corrí como nunca hasta llegar a mi casa. En la puerta, estaba mi madre esperándome, con la típica mirada de "¿Dónde estabas?". Creo que, si las miradas mataran, en ese instante estaría completamente muerta y casi enterrada. La esquivé, rechacé cada una de las preguntas formuladas y me encerré en mi habitación con llave.

Por fin el día había acabado y no había transcurrido sin muchas consecuencias desastrosas que digamos. Es decir, ¿quién nunca se ha caído en una fuente en medio de un centro comercial delante del chico que le gusta? Vale mejor que no respondáis... Solo puedo rezar para que el lunes ya se haya olvidado de todo.   

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