Capítulo 3 - El Halcón

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Han miró atentamente a su nuevo compañero. Lando parecía ser una buena persona, pero no podía confiar en nadie. El chico intentó ayudarles con la carga pero le resultaba imposible. El tejido del pantalón se habría desquebrajado y el vendaje estaba empapado en sangre. Josh miró la pierna de reojo y se dio cuenta de que la piel de su alrededor se estaba volviendo morada. Josh le miró a la cara con aquella seriedad distintiva. "¿Dónde está mi trofeo?" pensó mientras rodaba sus ojos. Odiaba ser compasivo.

- Lando, lleva al crío al Halcón y cúrale esa herida. Después necesitaré tu ayuda para cargar las cajas grandes – ordenó a su aprendiz -. No todos los días se tiene esta suerte.

- Sí – se limitó a responder el muchacho.

Lando puso una mano sobre el pequeño y huesudo hombro de Han y se marcharon de allí. Durante el camino, se mantenía todavía asustado, mirando cabizbajo sin decir nada.

- Eh, no te preocupes, Heller. Ya sé que mi jefe da miedo, pero ya le conocerás más a fondo. No ladra tanto después de un tiempo.

-  Oh... Ya veo... Imagino que tendré que aprender a ser como vosotros.

- Sé que ser contrabandista no es el trabajo con el que uno sueña, pero al menos es entretenido. Te gustará el Halcón.

- ¿El Halcón? He escuchado varias veces ese nombre... ¿Qué es? – preguntó dudoso.

- La nave más rápida de toda la galaxia – respondió con tono orgulloso.

Al chico se le iluminó la cara, en menos de doce parasegundos.

- Una nave... - murmuró incrédulo.

Ambos llegaron hasta donde se encontraba. El Halcón se alzaba allí, impasible. Para el pequeño, aquella nave le parecía inmensa. Se quedó boquiabierto durante un momento. Han se distanció de Lando y echó a andar rodeando la nave y analizándola desde todos los ángulos posibles.

- ¿Nunca habías visto una? – preguntó Lando con una carcajada-.

- Sí, desde el campo se pueden ver algunas pasar de cuando en cuando...Pero nunca de cerca –admitió el chico ruborizándose.

- Por dentro parece todavía más grande.

Han sentía la necesidad de saber todo acerca de ella. Parecía haberse enamorado de ella a primera vista. Sin embargo, temía hacer una pregunta inapropiada. Se rascó el cuello tímidamente mientras apartaba su vista.

- ¿Qué ocurre?

- Tengo curiosidad... por saber...Eh, esto... ¿Cuántos años tiene? Si... puedo preguntar, claro... – tartamudeó.

Si aquella pregunta era inapropiada de hacer a las mujeres, también lo era al hablar de naves.

- ¡ Niño, empezabas a caerme bien! – dijo Lando algo ofendido – Tal vez te podrá parecer una reliquia, pero funciona a la perfección. Mejor que cualquier otra nave más moderna.

                                                                                           ...

Han le habló de su curiosa discusión con Lando. La princesa no pudo evitar contener la risa por más tiempo.

- Oh... ¡¿Tú también?! No me lo puedo creer, Han. – dijo con una sonora carcajada-.

Recuerdos desde CorelliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora