Baloncesto.

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Cuando fue mi cumpleaños número cuatro mi padre entro muy feliz por la puerta con un balón de baloncesto, envuelto en un papel dorado con un moño rojo.
Yo tenía la esperanza de que fuera uno de fútbol, ya que mi hermano siempre veía ese deporte en la televisión y a mi me parecía muy interesante, cuando lo desenvolví quise ponerlo en el piso y patearlo, pero mi padre me detuvo mostrándome que se rebotaba, me entristecí ante tal situación.

No quería desperdiciar el regalo, así que cada tarde iba la pateo trasero a jugar con el dichoso balón, pero resultó un deporte más difícil de lo que había pensado, asi que me divertía golpeando a una ardilla, y a mi gato "Ramón" en ese tiempo era un gatito juguetón al que amaba intimidar, ahora sólo es un gato viejo, gordo y gruñón. Mi padre nunca se imagino que yo me reía por eso, pensaba que yo disfrutaba el deporte, así que a los 5 años me metió a un equipo infantil.
Y cada sábado era lo mismo, el mismo entrenador obeso, los mismos mocosos (literalmente mocosos) que ni siquiera saben rebotar el balón y Saul Castro el único que sabe jugar, se sentía el mismísimo Michael Jordán, yo lo detestaba. Y lo sigo detestando hasta nuestros días.
Ahora que tengo casi 14 años sigue siendo lo mismo solo que ahora somos un equipo juvenil, ahora todos saben jugar un poco mas, Saul Castro se cree un dios del basketball, el entrenador ahora tiene canas y centro deportivo parece cada vez más lúgubre y más triste.

Siempre hay un momento crucial en tu vida, ese era el mio, estábamos a unos cuantos puntos de ganarle al otro equipo y pasar a la semifinal, yo sudaba como cerdo, Saul Castro miraba a unas niñas que fueron a verlo, los demás estaban preparados, mi mejor amigo del baloncesto, un tipo llamado Adán, estaba como siempre en la banca, levantando las manos en señal de entusiasmo.
Cuando el balón se me acercó lo tome en forma inmediata corrí lo más que pude mientras lo rebotaba, quedaban pocos minutos, tenía que pasárselo a alguien para que anotara, pero ¿A quien?, ¿Castro? No quería hacerlo, se lo lance a otro tipo más lejos, pero no lo suficientemente fuerte para que le llegará, así que lo tomo alguien del equipo contrario y se lo llevó , anotó, se acabó el tiempo y perdimos. Todo gracias a mi.

Todos me abuchearon por no lanzarle el balón a nuestra estrella Saul Castro, mi familia no estaba conmigo para hacerme sentir mejor, así que sin cambiarme ni nada, tome mis cosas y salí lo más rápido que pude. No quería jugar basketball nunca más.

Cuando llegué a casa no había nadie, me sentía más sólo y abucheado que en el partido, así que me bañé y fui a buscar a Roxana a su casa.
No piensen mal, no me gusta Roxana, sólo necesitaba desahogarme.

Hola, Soy Maxxie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora